September 10, 2008
El individuo y el voto
En Panamá nos encontramos en medio de la fiebre electoral. Todos los temas, por relevantes que sean a la calidad de vida de los panameños, son relegados a un segundo plano -o a la absoluta oscuridad- a favor de futuribles sobre cuál candidato prevalecerá en la siguiente contienda. En consecuencia, siempre he asumido que la gran mayoría de los panameños disfruta enormemente del ejercicio de votar, siempre que se trate de gente y no de temas, como se vió en el pasado referendo sobre la propuesta de ampliación del canal. El voto no es mi forma preferida de participación política, ni creo que la contienda electoral represente el espacio democrático cualitativamente más valioso. Me cuesta no ver en las elecciones concursos de popularidad, unos a nivel nacional, otros más modestos a distintos niveles locales. Además, es un ataque a la inteligencia defender que las mayorías electorales -casi siempre relativas- legitiman todo cuanto se pretenda hacer durante una gestión de gobierno; en ese sentido, creo que soy optimista, pues le digo a todo el mundo que en Panamá ya la opinión pública condiciona las políticas públicas -o los atisbos de- que presenta o impone el gobierno.
¿Creo en la democracia? Por supuesto. Y por eso también digo que no me gusta nada la democracia electoral. Mi espacio democrático favorito es el mercado. En este cada voto cuenta, y con voto en el mercado me refiero a la elección que cada persona hace de los bienes y servicios de acuerdo a sus preferencias; es un voto que se hace día a día, un refrendo a la capacidad de servir, o un castigo a la desidia y la ineficacia.
La calidad de nuestras democracias no mejorará en tanto no veamos el mercado como un espacio democrático esencial, al que no se le pueden poner barreras de acceso, internas o externas, ni privilegios, subsidios o empréstitos públicos o mixtos, porque cada intervención en el mercado supone coartar la libertad de escoger, y creo que todos sabemos muy bien que la esencia misma de la democracia es escoger.
¿Creo en la democracia? Por supuesto. Y por eso también digo que no me gusta nada la democracia electoral. Mi espacio democrático favorito es el mercado. En este cada voto cuenta, y con voto en el mercado me refiero a la elección que cada persona hace de los bienes y servicios de acuerdo a sus preferencias; es un voto que se hace día a día, un refrendo a la capacidad de servir, o un castigo a la desidia y la ineficacia.
La calidad de nuestras democracias no mejorará en tanto no veamos el mercado como un espacio democrático esencial, al que no se le pueden poner barreras de acceso, internas o externas, ni privilegios, subsidios o empréstitos públicos o mixtos, porque cada intervención en el mercado supone coartar la libertad de escoger, y creo que todos sabemos muy bien que la esencia misma de la democracia es escoger.
Comments:
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Interesante enfoque.En esencia,votando en las elecciones ejercemos la democracia,mientras que en el mercado ejercemos la libertad.Ambos conceptos son diferentes aunque demasiada gente los confunde.Por ejemplo,cuando alguien dice:"Puedo decir mi opinión porque vivimos en un país democrático".Si puede expresar su opinión es porque vive en un país libre.Un país puede ser democrático y no libre.Por ejemplo,en Canadá no se puede criticar a la religión musulmana ni a los homosexuales.Por tanto,al menos en estos aspectos,Canadá no es un país libre.
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