September 21, 2008

 

La virtud del egoísmo: El argumento de intimidación


Más que argumento, es un método de presión psicológica. Tiene cierta semejanza con la falacia “ad hominem”, que consiste en refutar un argumento atacando el carácter del proponente. Por ejemplo : “x es inmoral, por tanto su argumento es falso”.

El patrón del método de presión es el siguiente :”Sólo los malvados, deshonestos, insensibles, ignorantes, avaros... pueden tener una idea como esa”. Es decir, la falsedad de la idea es prueba de la inmoralidad del que la defiende.

El argumento de intimidación apela a las dudas y al miedo, culpabilidad o ignorancia de la víctima.

El argumento se escucha todos los días: “Sólo quienes no tienen finos instintos no aceptan la moralidad del altruismo”; “Sólo los reaccionarios sin corazón pueden defender el capitalismo”; “Sólo los guerreristas se oponen a la ONU”; “Sólo los lunáticos creen en la libertad”.

Un campo de actividad basado enteramente en el argumento de intimidación es el arte moderno. Para probar que tienen una capacidad de comprensión similar a la de la “élite”, mucha gente inventa toda clase de alabanzas para pinturas ridículas.

El argumento domina las discusiones actuales en dos formas. En los discursos públicos y los escritos, se trata de estructuras elaboradas de palabrería ininteligible que expresan una amenaza moral: “Sólo los primitivos ignoran que la claridad es una supersimplificación.” En la experiencia privada, se expresa no en lo que se dice, sino en el tono en que se dice. Todo eso va acompañado con todo tipo de gestos de desaprobación.

El argumento es una confesión de impotencia intelectual. Su arquetipo primordial es obvio: “Los que entienden, no necesitan explicación; y para los que no entienden, no hay explicación posible.”

La gente correcta puede ser influida por el argumento. Como no ven las intenciones reales del proponente, tienden a pensar que éste tiene algún tipo de argumento válido, y le dan el beneficio de la duda.

Esto es muy común en las aulas universitarias, en las que muchos profesores usan el argumento para impedir el pensamiento independiente, evadir preguntas que no pueden contestar y desincentivar el análisis crítico.

El argumento de intimidación no es nuevo; se ha utilizado en todas las edades y culturas, pero nunca tan extensamente como hoy. Se usa más en la política pero se extiende a todos los campos. Es un síntoma de bancarrota cultural.

¿Cómo resiste uno al argumento? Sólo mediante la certeza moral. Cuando uno entra en una batalla intelectual, no debe buscar la aprobación del enemigo. Sólo debe importar la verdad o la falsedad, no la aprobación o desaprobación de nadie.

( Ayn Rand, The virtue of selfishness, Pag. 162-168 )

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