October 13, 2008
Cuando los precios mienten
O mejor dicho, cuando los gobiernos los obligan a mentir. En mi artículo titulado “Matar al mensajero” no toqué este tema, que sin embargo tiene su interés.
Una de las formas en que los gobiernos producen precios que mienten es a través de los subsidios, sobre todo cuando son encubiertos. Ilustraré esta modalidad con lo que ha hecho el gobierno panameño con el precio de la gasolina.
Panamá importa toda la gasolina que consume. En el mercado local se venden dos tipos, la de 91 y la de 95 octanos. El precio al consumidor tiene tres componentes : precio de paridad, impuestos del gobierno, y gastos y ganancias de comercialización.
El precio de paridad es el precio máximo, establecido por el gobierno, al que un importador de gasolina puede vender a un distribuidor mayorista. El impuesto es de 60 centavos por galón. Los gastos y ganancias de comercialización andan por los 35 centavos por galón.
El precio de paridad, que es el elemento clave del sistema, se establece cada dos semanas. Toma en cuenta los precios en la zona estadounidense del golfo de México y añade los gastos de transporte y otros gastos misceláneos necesarios para poner la gasolina en Panamá.
Además de todos los problemas asociados con el control de precios, el precio de paridad, al tener un atraso de dos semanas, no refleja los precios actuales y genera todo tipo de equívocos entre los consumidores.
El pasado 18 de septiembre tocaba establecer el nuevo precio de paridad. Como iba a resultar muy alto, y estamos en campaña electoral, el gobierno decidió esperar una semana más. El día 26 estableció subrepticiamente el nuevo precio. Pero todavía era demasiado alto. Por ejemplo, el de la gasolina de 95 octanos pasó de 3.24 a 3.69 dólares. Mientras hacía esto, anunció solemnemente que establecía un tope al precio de venta al público en 4.17 dólares. Y como un detalle perdido en la conferencia de prensa tuvo que admitir que iba a subsidiar a mayoristas y minoristas, sin dar mayores detalles.
La mayoría de la población se tragó el cuento del precio tope y no se dió cuenta del asunto del subsidio. Pero si sumamos 3.69 dólares, 60 centavos y 35 centavos llegamos al precio real de 4.64 dólares. La diferencia entre 4.64 y 4.17 nos da un subsidio al menos de 47 centavos por galón.
¿Cuáles son los problemas de este tipo de subsidios? Primero, se eliminan las señales de los precios verdaderos y los precios se convierten en mentirosos. Segundo, nadie se digna explicar qué cosas se dejan de hacer para dedicar fondos a los subsidios; en otras palabras, quién paga el pato en última instancia. Tercero, el objetivo de los subsidios es tratar de lograr ventajas políticas para los candidatos del partido gobernante. Y cuarto, se crea una pelea de perros y gatos entre los diferentes grupos que reciben el subsidio; en nuestro caso, entre mayoristas y minoristas.
En la última revisión de la semana pasada, el precio de paridad bajó significativamente y los subsidios se descontinuaron. Pero volverán en cuanto la gasolina vuelva a subir. Una vez que se establece un subsidio, lo único que cabe esperar es que se quede y vaya extendiéndose y aumentando.