October 10, 2008
Elogio de los piratas
Me refiero a los taxis y pequeños buses que funcionan en la ciudad de Panamá, felizmente al margen de la ley. Digo felizmente, porque su interés es servir de la mejor manera posible a sus clientes ya que su futuro depende de ellos. Por el contrario, el futuro de los legales depende de la burocracia gubernamental y no del apoyo de sus clientes.
La situación es interesante. Los legales no tienen el apoyo de sus clientes, pero tienen el del gobierno. Los piratas tienen el apoyo total de sus clientes pero no el del gobierno. ¿Cuál de los dos servicios preferiría utilizar usted?
Según me cuentan, antes de la dictadura de Torrijos cada una de las diferentes rutas de transporte de la ciudad era subastada entre las compañías interesadas. El transporte funcionaba bien porque cada compañía podía manejar eficientemente la distribución de la cantidad de viajeros a lo largo del día. En las horas pico, salían todos los buses. En el resto del día, se aprovechaba para el mantenimiento.
El difunto Torrijos tuvo una brillante idea. Para ganar un grupo de apoyo político, les quitó los buses a las compañías y los distribuyó entre sus partidarios, de modo que cada persona del grupo escogido sólo tuviera un bus. Al mismo tiempo se establecieron regulaciones con dos características principales. Primera, el precio del transporte estaría sujeto al control del gobierno. Segunda, la entrada de nuevos buses al mercado tendría que ser aprobada por una comisión mixta de transportistas y burócratas, en la que los primeros suelen tener la mayoría porque los burócratas se ausentan con mucha frecuencia.
Desde entonces la calidad del servicio ha ido en caída libre, lo que es una consecuencia inevitable y fácilmente previsible de las dos regulaciones anteriores. Como es casi imposible aumentar las tarifas, por la oposición de los clientes, los transportistas tratan de mantener un cierto nivel de ganancia gastando lo menos posible en mantenimiento y limitando la entrada de nuevos buses. En consecuencia, los buses van abarrotados y desvencijados.
Los piratas rompen el círculo vicioso, porque sirven las rutas donde más se necesitan, en los momentos en que se necesitan, y al precio que los clientes están dispuestos a pagar. Ellos ponen de manifiesto el absurdo del sistema mercantilista vigente. Y aunque son perseguidos y hostigados, no ha habido forma de eliminarlos.