November 20, 2008
Multiculturalismo y policía del pensamiento
El multiculturalismo, entendido como la exigencia de que las culturas minoritarias sean protegidas mediante derechos grupales y privilegios, implica la balcanización de Estados Unidos. Destaca las diferencias y olvida las semejanzas, y defiende que ningún grupo puede ser criticado desde fuera.
Si el multiculturalismo apreciase realmente la diversidad, no impediría a nadie abrazar otra cultura. En realidad, la cultura norteamericana es una mezcla a la que todos los grupos han aportado.
La izquierda defiende el multiculturalismo porque considera que los grupos minoritarios son sus bases de poder.
El multiculturalismo es un código para el relativismo moral. Aceptar la noción de que todas las ideas y sistemas son iguales impide pensar críticamente sobre el mundo que nos rodea.
La defensa cultural de cualquier costumbre o acción sólo puede tener éxito si prescindimos del sentido común y la razón, que es lo que pretende la policía del pensamiento. Ciertamente, la tolerancia es una virtud, pero en algún sitio hay que trazar la línea. No podemos aceptar sin pensar cualquier cosa que sea “diferente”.
Will Kymlicka, uno de los principales proponentes del multiculturalismo, expone que la lógica extensión del mismo son los derechos culturales grupales: “Estos derechos pueden tomar la forma de derechos lingüísticos, representación política garantizada, financiación de medios de comunicación, derechos territoriales y compensación por la injusticia histórica”.
Al definir la sociedad como un conjunto de culturas y no de individuos la izquierda aísla a la gente en grupos de interés. Ya no somos individuos con mentes y talentos únicos, sino que quedamos definidos por el color de la piel, el país de nacimiento o la religión que practicamos.
Louis Menand defiende que ciertos grupos tienen una forma especial de “conocer” y “lograr”. En el pasado, las diferencias se utilizaron para oprimir a los diferentes. Hoy día son estos últimos los que quieren oprimir a los demás.
( Tammy Bruce, The new thought police, Pag. 145-172 )