November 24, 2008
Por qué no me convence el bailout
1. El bailout, o la esperanza del mismo, impiden las acciones que, en su ausencia, tomarían los actores del mercado. De las instituciones en problemas, unas se acogerían a la quiebra, otras buscarían fusiones o adquisiciones y otras conseguirían capital adicional. Esto presentaría oportunidades interesantes para instituciones y personas con buen nivel de liquidez. En una crisis los activos no desaparecen. Siguen ahí, y siempre pueden ser vendidos al precio adecuado. En el mercado, los activos se mueven de las instituciones menos eficientes a las más eficientes. Sin esperanza de bailout, el mercado hubiera comenzado el proceso de limpieza hace tiempo. Además, tendríamos un buen conocimiento de la situación real de las diferentes instituciones.
2. Alarga innecesariamente la crisis. Esta es una fase correctiva inevitable del boom artificial previo. Las inversiones equivocadas deben liquidarse y los activos deben terminar en manos de quienes han demostrado mayor capacidad. El bailout, al tratar de evitar lo inevitable, está condenado al fracaso. La duración de la Gran Depresión y de la crisis japonesa que comenzó a inicios de la década de 1990 se explica precisamente por la intervención de los gobiernos. La crisis japonesa es particularmente instructiva.
3. Pretende solucionar la crisis con los mismos instrumentos que contribuyeron a crearla. A estas alturas es bastante claro que la crisis se originó por un exceso de emisión monetaria. Pues bien, se quiere resolverla con más dinero de la nada. Si las crisis se resolvieran así es obvio que no merecerían tal nombre. ¿Qué tal el de desequilibrios monetarios temporales de baja intensidad?
4. Por decirlo caritativamente, es más que dudoso que los directores del engendro sepan lo que están haciendo. En febrero de este año, Bernanke y Paulson afirmaron ante una comisión del Senado que la reducción de la tasa de interés y el paquete de estímulo económico de 170 billones eliminaban la posibilidad de una recesión y que los bancos estaban adecuadamente capitalizados. Un mes después tuvieron que declarar lo contrario.
En cuanto al manejo del bailout, primero dijeron que comprarían activos tóxicos. Luego cambiaron de opinión y dijeron que comprarían acciones de las instituciones problemáticas, incluso de bancos importantes que no están en problemas y que no tienen intención de recurrir al bailout. ¿Confiarían ustedes en la sabiduría y visión de estos personajes? Yo tampoco.
5. Supone una transferencia de recursos de los contribuyentes a los accionistas y acreedores de las instituciones en problemas. El bailout se tiene que financiar con deuda, impuestos o inflación. Para los gobiernos, la alternativa más sencilla es la tercera. Aunque al final de cuentas, la inflación no es más que un impuesto disfrazado.
6. Cada bailout aumenta la probabilidad de otros nuevos en el futuro. El mensaje que se envía a los actores económicos es claro. Por supuesto, los gobernantes dicen que se reforzará la supervisión de los bancos, como si el problema se derivase de la falta de supervisión. Cuando llegue la próxima crisis, volverán a decir que no había suficiente regulaciones y que van a supervisar más estrechamente. Lo que no van a hacer nunca es reconocer el origen del problema. Ningún gobierno va a renunciar a la planificación central del dinero.