December 12, 2008
Cuando caer es subir
Artículo de Olmedo Miró, de la Fundación Libertad, publicado en el diario La Prensa
Recientemente, con todas estas caídas en la bolsa, uno de estos analistas financieros, que ya estamos acostumbrados a ver, sale por allí diciendo que se han perdido hasta “dos trillones” de dólares en “riqueza” global con la caída de la bolsa. Esto me puso a pensar.
Traducidos al español dos “trillones” son 2 mil veces mil millones de dólares. Esto traducido a algo real y tangible como la expansión del Canal de Panamá es como 200 expansiones del Canal y en términos de la economía panameña es como un cataclismo que destruyera “todo” el activo físico del país para luego reconstruirlo.
Luego de esto, asustado, salgo al internet a ver si semejante destrucción de riqueza ha sucedido en el mundo. Algún maremoto, huracán u otro cataclismo, pero nada, todo tranquilo. Entonces, me pregunté yo, ¿qué riqueza se destruyó? La respuesta es un poco menos alarmante aunque sorpresiva para algunos: ¡ninguna! O al momento, por lo menos no se ha perdido ninguna riqueza en términos tangibles.
Revisemos, aunque esta es una crisis atribuida al sector inmobiliario de las casas en Estados Unidos, aunque con menor precio en términos de dólares, todavía están allí intactas y sirven exactamente para lo que están supuestas a servir; ¡vivir en ellas! Y por otro lado, ¿acaso no es buena noticia que las casas estén más baratas? Por lo menos, para los que no las tengan aún, es una gran noticia. Ellos sí son más “ricos”.
Ahora, con estos elementos de juicio, podemos responder mejor la pregunta de qué riqueza “real” es la que se pierde: en términos absolutos ninguna, pero, para un grupo particular de personas, especuladores, los dueños de propiedades, y valores en bolsa, sí pierden. Pero esos recursos, los reales, siguen allí, eso sí, su precio relativo cayó, sus propietarios no podrán “pujar” por recursos existentes por sobre otras personas tan fácil. Pérdida de unos, ganancias de otros; las personas que no estaban en esas “inversiones” o activos que ahora caen, recuperan su poder de compra sobre los mismos recursos existentes, ejemplo, los que quieren una casa para vivir en ella.
¡Ah! Muchos estarán pensando, y ¿qué tal con los empleos en la construcción? Mi respuesta es sencilla: mejor, quedan liberados para otras actividades más urgentemente necesarias. Por ejemplo, durante 2005 durante el clímax de la burbuja, la casa promedio en California llegó a costar 700 mil dólares; esto quiere decir que una empresa en California tendría que pagarle por lo menos 4 mil dólares mensuales a ese ingeniero sólo para pagar su casa. Con razón esas empresas preferían mudar sus operaciones a la India. Solo piensen en todos esos materiales que liberará la industria de la construcción y que quedarán disponibles para construir plataformas de producción petrolera urgentemente necesarias en este momento. Los que estén buscando un saco de cemento, entenderán lo que les digo. O los ríos panameños que ahora no tendrán que ser represados para los condominios.
Lastimosamente las cosas no son tan sencillas. La dureza de la recesión que vive Estados Unidos es el resultado de décadas de intervención estatal sobre los mercados para evitar que ellos liquiden activos y ajusten como deben hacerlo. Esto se hacía transfiriendo recursos a través de impuestos y de la manipulación de las tasas de interés. Una vil manipulación de precios. El resultado ha sido gigantescos déficits estatales y destrucción de los ahorros y salarios reales de la gente común. Logrando de esta manera un exceso en el consumo de casas, mercancías en detrimento de industrias primarias y para beneficiar a un grupo privilegiado de personas. En pocas palabras, descapitalización del sistema y esto sí es destrucción de riqueza producto de la mala utilización de la riqueza disponible. El resultado, falta de recursos primarios para sostener esta fiesta del consumo, eso es lo que los mercados quieren decir a gritos, pero se les calla.
El dinero no es riqueza. Más del mismo no cambia esa situación, sólo redistribuye los beneficios. Cuando los gobiernos intervienen los mercados con la excusa de “rescatar los mercados”, lo único que hacen es redistribuir la riqueza existente hacia un grupo privilegiado. Con las quiebras no se destruye la riqueza, sólo se aleja a los que no supieron manejarla bien. Que en el caso actual es el influyente grupo que se benefició de años de intereses artificialmente bajos. Intervenir para mantener al “muerto vivo” no solo aleja los recursos necesarios de industrias que los requieren con urgencia, sino perpetúa el “privilegio” de los privilegiados. Con esto, que nadie se queje cuando vean a los ricos hacerse más ricos y los pobres más pobres.