December 02, 2008

 

En defensa del carbón

[Los párrafos que a continuación presento son extractos, que he traducido liberalmente,del inglés, de una defensa del carbono, aquel elemento que hoy día es tratado como poco menos que el anticristo.]

Los niños están teniendo pesadillas sobre su huella de carbono. El atemorizar a los niños con historias de terror sobre el fuego infernal es la manera como nuestros ancestros ciñeron la sociedad en el conformismo. Uno hubiera esperado que la era de la ciencia habría significado el fin de dichas prácticas, pero ahora que hemos entrado la era post-científica, una nueva clase de sumo sacerdote regresa a los tradicionales métodos de ceñir a la población al conformismo. Y para establecer el escenario de terror, han designado en el rol de pecado original, a un particular átomo de entre todos los elementos. Es una elección que resulta bizarra a la mente racional, sin embargo una que se conforma a los ya establecidos principios de la fundación de religiones autoritativas. ¿Por qué es bizarro? Si es usted de una mente de las que buscan respuestas mágicas y milagrosas, no busque más allá que el sexto miembro de la tabla periódica de los elementos.

La semilla primigenia

Poco después del nacimiento del universo, las partículas elementales se juntaron para formar los primeros elementos: hidrógeno, helio, litio, y más tarde berilio y boro, y más tarde aún un elemento de propiedades tan peculiares que su eventual resultado fue el profundo y misteriosos desarrollo de lo que llamamos "vida". Más aún, este desarrollo alcanzó tal estado de avance, que llegó a poder entender la naturaleza de aquello que le dio origen, y luego la perversidad de vilipendiarlo como la raíz de todo mal.

El fuego originario de la civilización

El descubrimiento del fuego fue la bujía que dio inicio al explosivo crecimiento de la civilización. El Hombre estaba rodeado de carbón, inicialmente en forma de madera, y la oxidación del carbón es altamente exotérmica; de manera que la consecuente liberación de energía y su subsecuente control gradualmente hicieron del Hombre el amo de su ambiente en lugar de su esclavo. Primero el fuego nos dio calor, luego la cocción de la carne de nuestros alimentos, pero fue el descubrimiento de la accidental exposición de diversos materiales al fuego, lo que inició el gran ascenso tecnológico del Hombre. De allí que fuimos concedidos con los beneficios de la alfarería, ladrillos, la metalurgia, el vidrio, etc. La adición de carbón al hierro produjo el acero, un material trabajable de extraordinaria resistencia que produjo estructuras y máquinas de capacidad previamente inimaginable. Desafortunadamente, también nos permitió matarnos más eficientemente los unos a los otros.

Energía

El regalo de la energía ilimitada liberó al Hombre de los constreñimientos de su propia musculatura y la de las bestias domesticadas. Lo liberó de los confines de la caverna para viajar por todo el planeta y para dominar el aire.

Uno de los vástagos más fantásticos del anticarbonismo es el sueño de una economía basada en el hidrógeno. Es puro sinsentido, por supuesto. El hidrógeno tiene que ser manufacturado y para ello tienes que insumirle más energía al proceso, que el que puedes obtener de él. Es un sinsentido peligroso, además. Siendo el hidrógeno el más explosivo y volátil de todos los elementos, capaz de escapar a través del más pequeño orificio. Si tiene usted la tentación de conducir por ahí encima de un tanque de hidrógeno, déle una mirada a las fotos del desastre del Hindenburg. La mejor manera de transportar y almacenar hidrógeno como combustible, es vinculándolo al carbón en la forma de hidrocarburos. Las parafinas, por ejemplo, son cadenas rectas de carbón con cada vínculo disponible siendo tomado por un átomo de hidrógeno. Son químicamente no reactivos (que es lo que les da su nombre), y sin embargo cuando en combustión completa, liberan toda su energía química y tan sólo dos gases benignos, el dióxido de carbono y vapor de agua.

Es el carbón lo que da a Al Gore, por ejemplo, los medios para viajar por todo el mundo como un coloso en su jet privado, ganando más en una hora de mendaces diatribas contra eso que le permite hacerlo, que lo que ganamos la mayoría de nosotros en todo un año.

Consecuencias

Hay muchas ironías en la designación del carbón como el epítome del pecado original. El Hombre religioso moderno, habiendo hecho el tonto y vacío gesto de dar la espalda al átomo que es su primordial progenitor y la esencia de su ser, ha abierto la puerta a un Caballo de Troya que está siendo usado para atacar las básicas libertades humanas logradas a través de siglos de lucha. Los políticos, carbono-dependientes y exhaladores de dióxido de carbono, han inventado impuestos al carbono, el comercio de los límites de huella de carbono y el racionamiento de éste; papeles bastante inservibles que sólo sirven para encadenar a las masas y, naturalmente, enriquecer a algunos pocos. La gente se somete a represión y restricciones a la libertad que hubiesen parecido inconcebibles veinte años atrás, simplemente porque vienen envueltas en una convicción religiosa. Son sometidos a rituales absurdos sin el derecho a disentir. Son denegados el acceso al conocimiento que los liberaría de sus cadenas.

Por supuesto, el carbón no está sólo como elemento de la tabla periódica que ha sido sometido al ataque político-religioso. El mercurio y el plomo, por ejemplo, han sido excomulgados por el régimen totalitario de Bruselas, sobre la base de miedos infundados y monumental ignorancia. Eso es lo que ocurre en una burocracia que no está constreñida por el monitoreo y la crítica. En el caso del plomo, las consecuencias son perversas: no sólo hay una amenaza a la industria de la electrónica por la prohibición de la soldadura, sino que gente morirá como resultado de las predecibles fallas en los equipos [que dependen de la electrónica].

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