December 10, 2008
Los revolucionarios están adentro
Hemos asociado la idea de revolución con imágenes románticas de libertadores subiendo montañas, de senos descubiertos, de pijamas azul violeta, de barbudos fumando cigarros, entre tantas otras que representan la instauración por las armas de un nuevo régimen.
Y así hemos obviado la otra forma de hacer la revolución, una silenciosa, amparada en las reglas del juego que suponemos protegen nuestras libertades, pero igualmente inescrupulosa y aún más efectiva e irreversible. Todo el engaño basado en una ingenuidad: que el gobierno de las leyes basta para evitar el gobierno de los hombres.
La victoria de los laboristas sobre Churchill fue una revolución, el New Deal de Roosevelt fue una revolución, la Gran Sociedad de Lyndon Jonhnson fue una revolución, el gobierno de Salvador Allende fue una revolución frustrada; y así tantos otros gobiernos que llegaron al poder según las formas aceptadas por todos, y en el marco legal anterior, hicieron de la ley todo lo que pretendían que fuera, de forma que, al decir de Garet Garrets, "un gobierno que había sido apoyado por la gente y así controlado por la gente, se convirtió en uno que apoyaba a la gente y así la controlaba".
No se necesitan nuevas constituciones para hacer la revolución. La obediencia a las leyes por los gobernantes se soporta frágilmente en un acto de voluntad de los propios gobernantes.
Los invito a leer The Revolution Was, de Garet Garrets (http://mises.org/story/2726#10), un fantástico ensayo donde se hace una relación exhaustiva de la estrategia revolucionaria de Roosevelt, cómo los revolucionarios están adentro del gobierno y cómo los que defienden el gobierno de las leyes quedan fuera. Comparen el proceso del New Deal de FDR con el del Socialismo del Siglo XXI de Chávez. Quizás el último no aprendió del primero, después de todo, no hubo un solo inventor del fuego, pero la supresión de la libertad es en ambos el objetivo.