December 03, 2008

 

Saquemos al Estado de las comunidades

En Panamá tenemos un cargo de elección pública llamado Representante de Corregimiento. Un Corregimiento es una circunscripción política, definida arbitrariamente -como todo lo que hace el Estado- que más o menos coincide con los límites de una comunidad; por ejemplo, el corregimiento en el que resido se llama Bella Vista, sin embargo, no podemos decir que ese corregimiento es una sola comunidad, estamos más cerca de la verdad al identificar tantas comunidades como barrios existen en éste: así tendríamos las comunidades de La Exposición, La Cresta, Obarrio, El Cangrejo y El Carmen... Aún así no contamos con una perfecta identidad entre comunidades y barrios, porque tomando un barrio cualquiera, digamos El Carmen, podemos distinguir dos comunidades, la de la urbanización original de El Carmen y la del Nuevo Reparto El Carmen, siendo posible diferenciarlas en cuanto a su composición demográfica e intereses.
De esta breve explicación de porqué un corregimiento no es una comunidad podemos llegar a otra conclusión: el representante de corregimiento no es un representante de la comunidad; y nos atrevemos a más... El representante de corregimiento es un cargo público al que se le conceden territorios -barrios o comunidades- sobre las cuales posee el monopolio de la extorsión.
Dirá alguno que el representante debe estar supuesto a cumplir alguna función de gobierno, al menos aquellos que no comprendan que la extorsión es la función de gobierno por excelencia... No obstante, si buscamos sus funciones en la Constitución, vemos que no tienen ninguna, además de conformar el Consejo Provincial, que definitivamente es un cascarón que sólo recibe subsidios mal llamados salarios. ¿Podría el representante de corregimiento cumplir alguna función? Sin entrar a explicar cuál fue el origen de tan desgraciado cargo, vemos que el representante es en esencia un intento más del Estado de suplantar en sus funciones civilizadoras a la comunidad.
Las comunidades son instituciones sociales, que en una sociedad libre, o al menos en una sociedad en la que la coerción organizada -el Estado- no se interesa por las comunidades, están llamadas a dirimir los conflictos que puedan surgir por externalidades en el ejercicio de derechos de propiedad -por ejemplo, la casa del vecino que tapa mi vista, el vecino que quiere montar una cementera en el patio de su casa, el estado de las servidumbres de acceso, etc.-, además de ser los espacios de interacción que facilitan la coordinación de esfuerzos para proveer servicios básicos que requieren de cierta integración social como la seguridad o la educación.
Nos preguntamos constantemente porqué las comunidades no son lo que eran antes... Y esta percepción es algo más que mal informada melancolía por un pasado siempre mejor que el presente; en efecto, si algo confirman encuestas regionales como el Latinobarómetro o el Barómetro de las Américas es que nuestros vecinos nos importan poco, desconfíamos de las personas de nuestra comunidad -muchas veces porque no conocemos a muchas de ellas!- y no participamos en ningún tipo de actividad comunitaria. Ateniéndonos a un análisis político behaviorista, porqué yo tengo que preocuparme por la oferta educativa de mi comunidad, por su seguridad, por la zonificación, por el estado de las calles, si todas esas ya son obligaciones del Estado, que además pago con mis impuestos!
Lo que tenemos que entender es que el Estado ha asumido funciones comunitarias, no porque las pueda hacer mejor que la comunidad, sino para conseguir lo que ya Alexis de Tocqueville preveía de la acción de los gobiernos:
"After having thus successively taken each member of the community in its powerful grasp and fashioned him at will, the government then extends its arm over the whole community. It covers the surface of society with a network of small, complicated rules, minute and uniform, through which the most original minds and the most energetic characters cannot penetrate, to rise above the crowd. The will of man is no shattered, but softened, bent, and guided; men are seldom forced by it to act, but they are constantly restrained from acting. Such a power does not destroy, but it prevents existence: it does not tyrannize, but it compresses, enervates, extinguishes, and stupefies a people, till each nation is reduce to nothing better than a flock of timid and industrious animals, of which the government is the shepherd."
El representante de corregimiento, al igual que el resto del gobierno, no es un elemento civilizador en las comunidades, sino, todo lo contrario, un elemento destructor de la sociedad civil, que organiza a los líderes comunitarios en espacios estériles, sin verdadero espacio político, que sólo redundan en el desgaste y en la generación de apatía... Si pensamos que pagamos impuestos para tener una sociedad civilizada, deberíamos entender finalmente, como dice David Boaz, que
"Taxes are, in fact, a reflection of our failure to achieve a fully civilized society. Civilized people get what they want by voluntary means, through persuasion or exchange. The use of force to acquire property is uncivilized, and the history of civilization is the history of limitations on the use of force."
Para los lectores panameños, lo único que me resta por decir son dos cosas: una, no voten por representantes de corregimiento, y dos, exijamos a nuestros candidatos a la presidencia que dejen a las comunidades por su cuenta, ¡eliminen a los representantes de corregimiento!

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