January 25, 2009
Gary Becker: Nuestras escuelas necesitan competencia(1989)
A menudo son necesarios resultados desastrosos antes de que los intereses especiales poderosos pierdan su influencia política. La desastrosa educación recibida por muchos estudiantes en los Estados Unidos ha logrado que los sistemas escolares estatales y locales obliguen a las escuelas públicas a competir por los estudiantes.
Los pobres de los barrios marginales son los más beneficiados con una mayor capacidad de elección. Si las familias de clase madia y alta no están satisfechas con las escuelas públicas en su área, tienen muchas alternativas. Pueden enviar a sus hijos a escuelas privadas o moverse a comunidades con mejores escuelas. Las familias pobres no pueden hacerlo.
La oposición a la elección de escuela proviene principalmente del sindicato de educadores, superintendentes de escuelas, juntas escolares y vecindarios que temen la llegada de estudiantes indeseables. Todos estos grupos tienen miedo a perder control, y los educadores y directivos de escuelas temen también la competencia.
Una mayor capacidad de elección entre las escuelas públicas es un gran paso en la dirección correcta, pero los estudiantes pobres deben poder optar también por escuelas privadas. En general, las escuelas privadas hacen un mejor trabajo, como ha mostrado el profesor James Coleman en un completísimo estudio. Las escuelas católicas gastan mucho menos que las públicas pero son más exitosas porque mantienen una buena disciplina y fomentan la participación de los padres.
Quienes se oponen a la elección de escuela argumentan que la elección de escuelas privadas aumentaría la segregación racial, religiosa y social. Esto es absurdo. Lo que sucedería sería exactamente lo contrario. Escuelas privadas con una mayoría de estudiantes blancos aceptarían estudiantes de las minorías si el gobierno corriese con los gastos.
En cualquier caso, el sistema escolar debe ofrecer una educación de calidad para todos los estudiantes. Si la elección de escuela mejora la educación de los grupos desfavorecidos, la composición racial o económica de las escuelas es irrelevante.
No espero resultados milagrosos de la competencia entre escuelas. Está bien documentado que la vida familiar inestable y la indiferencia de los padres reduce enormemente la efectividad de las mejores escuelas. Pero el estudio del profesor Coleman muestra que las escuelas católicas tienen éxito en mejorar el desempeño y reducir la tasa de abandono de los pupilos desfavorecidos. La competencia entre las escuelas públicas y privadas contribuiría a que las buenas escuelas fuesen la norma y no la excepción.
( The economics of life, Pag. 87-89 )