January 29, 2009
Mercado y cultura: El mercado de la música(1)
La música es más accesible que la pintura o la literatura. La pasión por la música es universal y tiene un papel importante en la cultura popular.
La música occidental hunde sus raíces en el Renacimiento; en él se desarrolló la polifonía ligada a la música de la iglesia; esta creó los fundamentos para la música de Monteverdi, Bach, Mozart y Beethoven.
Los músicos del Renacimiento dependían de las iglesias, cortes o gobiernos municipales. No podían vender sus productos en el mercado. Desarrollaron una notable movilidad geográfica para encontrar las mejores localidades. Para la época barroca, las localidades autónomas alemanas se convirtieron en las preferidas.
Con el tiempo, los músicos promovieron los conciertos públicos de pago para obtener ingresos y aumentar su independencia. Las óperas italianas fueron uno de los ejemplos más exitosos de este fenómeno. La ópera comercial comenzó en Venecia en el siglo XVII; allí se construyó el primer teatro de ópera en 1637.
Las carreras de Mozart y Haydn ilustran el creciente mercado para su música y el aumento de su libertad creativa. Los encargos privados reemplazaron al viejo sistema de patronazgo. Príncipes, grandes funcionarios, empresarios de conciertos, parroquias, y aficionados a la música querían composiciones para festivales, ayuntamientos, bodas y funerales, entre otros.
Aunque ambos estuvieron durante varios periodos de su vida al servicio de algún patrón, se independizaron y trabajaron por encargo. Haydn llegó a acumular riqueza equivalente a la de un millonario de nuestros días. Por su parte, Mozart disfrutó de una posición de clase media alta durante la mayor parte de su vida. Su situación económica empeoró en sus años finales por su enfermedad, la guerra de Viena contra los turcos y la salida de Viena de muchos aristócratas. Incluso en estos años, el ingreso de Mozart fue tres veces superior al de un médico jefe en un hospital de Viena.
Beethoven fue el arquetipo del héroe romántico del siglo XIX. Obtuvo considerables ingresos de tres fuentes: los conciertos, las dádivas de los nobles para que se quedase en Viena, y la venta de sus partituras.
El mundo musical de los siglos XVIII y XIX combinó la profundidad y la accesibilidad en los mismos productos. Los mejores compositores del siglo XIX ganaban muy bien. Por ejemplo, Liszt se convirtió en una superestrella, que presagió el fenómeno de la Beatlemanía.
A partir de Stravinsky y Schoenberg, los compositores ya no intentaron vivir vendiendo su música. Schoenberg vivió principalmente de su trabajo como profesor de composición, y de las ayudas de diversas fundaciones. En consecuencia, nunca se preocupó de complacer el gusto de sus posibles oyentes.
De toda la música clásica que se ejecuta o se graba en nuestros días, el 90% fue compuesta antes de 1900. Incluso en el siglo XX, los compositores más apreciados, como Mahler, Bartok, Strauss y Stravinsky, produjeron sus obras más conocidas antes de 1940. Las composiciones contemporáneas atraen muy poca atención del público.
Los compositores contemporáneos son entrenados por especialistas en el conservatorio o en la universidad. Crean sus obras para agradar a sus profesores, sus compañeros músicos, y a pequeños grupos de admiradores.
Ellos pueden sobrevivir componiendo para otros especialistas, ya que reciben la mayor parte de su ingreso de universidades y fundaciones. Las mejores obras actuales están distribuidas entre docenas de compositores, muchos de los cuales son desconocidos fuera de un círculo relativamente pequeño de admiradores.
( Tyler Cowen, In praise of commercial culture, Pag. 129-155 )