January 15, 2009

 

Mercado y cultura: El mercado de los libros(1)


El mercado de los libros tiene tres características. Primera, los libros pueden reproducirse con facilidad sin sacrificar calidad o valor. Segunda, dicha facilidad reduce su valor marginal por unidad. Tercera, los lectores tienen que dedicar bastante tiempo para extraer valor del libro.

El mundo de los libros es complejo. Hay escritores poco valiosos que ganan mucho dinero. Las grandes editoriales prefieren la seguridad a la experimentación. Sin embargo, la literatura comercializada ha diseminado las obras de muchos de los escritores más talentosos. En el año 1990 se vendieron en los Estados Unidos dos billones de libros. Pues bien, durante toda la década de 1980 el número de copias vendidas de los quince best sellers fue menos de 1% del total de 1990.

El dinero no corrompió a Joyce, Mann o Faulkner. Escritores poco accesibles, como Claude Simon o Alain Robbe-Grillet encuentran su lugar en las librerías. Incluso las novelas por entregas en los periódicos produjeron clásicos como Balzac, Dumas, Dickens, Conrad, Tolstoy y Dostoyevsky.

En contra de lo que se pensaba, la televisión y los medios electrónicos no han acabado con los libros. Estos tienen unas características que otros medios no tienen. Incluso Internet ha hecho mucho más fácil tanto la lectura como la publicación de libros.

Los pesimistas literarios contemporáneos temen que el gusto de las masas se convierta en el único criterio que determine el valor de los libros. La realidad es que los autores que escriben para grupos relativamente minoritarios no tienen problemas. Las grandes librerías tienen todo tipo de libros. Aunque ciertos libros no se anuncien en los programas de TV, aparecen en el Times Literary Supplement, The New York Review of Books y otras publicaciones.

La gran literatura florece a menudo cuando los libros más leídos no son de gran calidad. Nosotros tendemos a creer que en épocas pasadas sólo se veía el teatro de Shakespeare, o se leía a Byron, o se escuchaba a Beethoven. Lo cierto es que entonces había cantidades de artistas de mucha menor valía, cuyos trabajos ni siquiera han llegado hasta nosotros.

No todos los escritores han mantenido actitudes pesimistas. Por ejemplo, Richard de Bury (1287-1345 ) consideraba los libros como un tesoro que diseminaban la sabiduría de los siglos. También apreciaba a los escritores del momento. Se quejaba de los copistas y deseaba que apareciese un sistema de reproducción de libros más confiable.

Gutenberg y los primeros editores eran hombres de negocios que querían obtener ganancias. Desde el principio, la publicación de libros fue una empresa capitalista movida por la demanda de los consumidores.

El mercado de la literatura se desarrolló a gran escala en la Inglaterra del siglo XVIII. La revolución industrial fue acompañada por la revolución literaria. Los individuos compraban más libros así como compraban más de otras cosas. Los libros comenzaron a desplazar al teatro. En tiempos de Shakespeare las obras de teatro no se imprimían para el público. La generación de Pope, Swift y Defoe se dedicó a la publicación de libros.

El mercado se desarrolló cuando las clases medias, las comerciales, y las mujeres se unieron a las clases altas en la compra de libros. El aumento del mercado animó a los escritores a dirigirse a los lectores burgueses. Samuel Johnson, Oliver Goldsmith, Henry Fielding, Laurence Sterne y Daniel Defoe dirigieron sus obras a una audiencia amplia.

( Tyler Cowen, In praise of commercial culture, Pag. 44-64 )

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