January 16, 2009

 

Vergonzoso proteccionismo

Artículo de Roberto Brenes, presidente de la Fundación Libertad de Panamá, publicado en el diario La Prensa

En la misma vena de la fallida ley para nacionalizar los textos escolares, ahora la industria publicitaria quiere una ley para protegerse de la competencia foránea y dizque proteger puestos de trabajo. El proyecto beneficiará a pocos, fijará por ley precios monopolísticos y hará ilegal la gestión de los pequeños. Resulta vergonzoso que una profesión que en este país se potenció por extranjeros y el permanente intercambio con el mundo, repudie ahora la saludable creatividad que produce la competencia y la apertura.

Me dicen que es que aquellos que en sus años mozos se comían el mundo y que no escatimaban esfuerzo para traer el mejor talento para hacer las campañas ganadoras ya están ricos, viejos y cansados. Que los pioneros del extranjero, al volverse panameños, también bailan al tambor de la alegría del proteccionismo. Pero lo que hasta ahora había sido un sector admirable por su flexibilidad, su desapego a lo convencional y su actitud globalizada, corre en masa a la Asamblea Nacional a pedir cacao clamando por una ley que los libre de la nueva competencia y les garantice las ganancias.

El proyecto de ley es una versión mejorada y aumentada de las leyes proteccionistas que amparan desde pilotos hasta operadoras de salones de belleza. Además de lo estándar, reservar a panameños y a los extranjeros con residencia el ejercicio de la profesión, la ley está preñada de obstáculos y barreras de entrada. Se crea una junta técnica para determinar la “idoneidad” de los aspirantes a publicistas. La junta técnica por supuesto que la componen miembros de lo más granado del status quo de los medios de comunicación y la propia industria. No podía faltar en la ecuación la omnipresente Universidad de Panamá, más ocupada defendiendo mediocridades que promoviendo la dedicación y la excelencia.

La tapa del coco del proyecto es que para las personas jurídicas se exigen requisitos de tamaño y empleos, una barrera de entrada inmensa a un negocio que se inicia casi artesanalmente y en manos de gente creativa y talentosa. Encima de eso, la junta exigirá “exámenes” para verificar el “conocimiento”; como si el genio y la creación pudieran panameñizarse.

Por último, el camarón: la ley contiene artículos que fijan precios y tarifas al igual que discrimina los pagos por ese tipo de servicios. Además de ser contrarias a las leyes de competencia y la Constitución, cualquiera que se informa sobre las tendencias de la industria mundial de la publicidad sabrá enseguida que la estructura de compensación está cambiando hacia abajo y ligada más a servicios que a volumen. Los magnates locales intentan congelar mediante ley lo que ya el mundo no quiere. Además, ¡qué chévere es rasgarse las vestiduras para acaparar entre nacionales beneficios que mayormente generan multinacionales con sus cuñas y avisos!

Que la industria actual quiera eternizar sus beneficios es entendible. Que nuestros honorables sigan prohijando este tipo de leyes es deplorable. Estas leyes sirven solo para estorbar, crear oportunidades de corrupción, devaluar los estándares de excelencia y para desalentar puestos de trabajo. Esto último es patéticamente comprobable porque leyes que tienden a proteger ciertos oficios y profesiones crean barreras a nueva inversión, local y extranjera, con lo que entonces se dejan de generar más empleos, tanto en la profesión protegida como en los empleos satélite y complementarios que esa nueva inversión induciría.
Por ejemplo, legislar que sea un químico panameño el gerente de una planta química, lo único que ha logrado es ahuyentar nuevas plantas al país vecino. El vecino, a cambio de aceptar el atentado soberano de tener un químico “extranjero” en la gerencia, lo compensa permitiendo la creación de más empleos nacionales en las otras plazas del nuevo complejo industrial. Nacionalizar la publicidad significa impedir nuevos empleos de dibujantes, poetas, diseñadores, ejecutivos de cuenta, músicos, encargados de tráfico, entre muchos otros.

A la larga, la protección de algo a contrapelo del mercado y de la fuerza creadora de la gente no funciona. Ya saldrán excepciones y permisos; todas a un costo. Además la falta de calidad y los altos costos de la industria, ahora protegida, motivarán la producción de cuñas y anuncios en otra parte. Entonces llorarán por cuotas y aranceles como cualquier oligopolio petrolero.

Como hemos hecho antes, si la ley se aprueba, la Fundación Libertad la demandará para defender al consumidor y la libre empresa. Sería también muy bueno incluir en la demanda los argumentos de algún joven publicista que considere que se le impide su libertad de oficio o que le impide acceder a las mismas oportunidades que tuvieron los que ahora quieren amparo en la ley. ¿Algún voluntario?

El proyecto está en primer debate y debe ser rechazado por los daños económicos a los anunciantes y a los consumidores. Además es lo moralmente correcto: porque el monopolio de la imaginación no lo piden los creativos, ni los profesionales, sino los dueños, que después de crecer sus negocios gracias al entorno libre que les permitió importar talento, lo quieren ahora embotellar. Además que son los primeros que protestan si se sube el arancel del tequila reposado, del queso camembert o del jamón serrano, para favorecer la producción nacional.

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Mis propuestas LIBERALES:
- prohibir los impuestos, por el lado español, unilateralmente, al comercio efectuado con cualquier habitante del planeta, en todas sus facetas: de bienes, equipos, financieros y humanos. El comercio o trueque, que no son sino lo mismo, permite la división del trabajo, la especialización, y en resúmen, EL AUMENTO DE LA PRODUCTIVIDAD POR UNIDAD DE PERSONA Y TIEMPO, motivo por el cual la clase media europea del S.XXI vive unos 70 años y con bienestar material, y no unos 25 o 3o como vivían no ya la "clase media" del siglo X, sino las clases altas o Nomenklaturas. En no impedir que el individuo, intrumento de la libertad mediante, AUMENTE LA PRODUCTIVIDAD DE SU ESFUERZO, descansa el avance material de toda la humanidad.
- suprimir, unilateralmente, cualquier barrera a la inmigración desde el exterior hacia España, concediendo la nacionalidad en cuanto se superase un exámen básico sobre conocimientos mínimos del idioma español.
- devolver la responsabilidad/libertad al ser humano, desmontando el Estado Tutor, dejando como únicos y suficientes “servicios públicos” la Justicia, Policía y Defensa, devolviendo el destino de sus vidas a sus legítimos depositarios: los individuos.
- con motivo de lo anterior, se reduciría la presión fiscal del 40% actual al 3% o 4%. Que la presión fiscal sea del 40% quiere decir que de cada 100 días que trabajas, sólo te quedas con el producto de 60, pues los otros 4o estás trabajando para el Estado, para la Neonobleza, para la Nomenklatura, para la Clase Privilegiada, en definitiva. No olvides que el político, investido de buenas intenciones (tú no), y de brillante sabiduría (tú no) ha de cuidarte como si fueras un niño, decirte cómo has de vivir, ofrecerte “kultura”, “edukar” a tus hijos, ser tu médico obligatorio, “informarte” con radio y tv estatales…
- permitir que en cada domicilio haya armas para defender la vida y propiedad de sus moradores. Al fin y al cabo, los malos siempre se hacen con ellas. No debe prohibirse a los honrados ni a las maltratadas que no puedan defenderse en su hogar. Y como defensa frente al Estado. Lo primero que hacen los protodictadores es desarmar a la población. Si los alemanes hubiesen dispuesto de esta libertad nunca hubieran padecido el nacional socialismo. De hecho el gran esfuerzo de los estados esclavistas del sur del EEUU consistió en negar a los negros la propiedad de armas. Por lo mismo lucha hoy el Ku Klux Klan. Si los indígenas americanos hubieran dispuesto de armas de fuego nunca se hubiera producido la conquista europea. Lo mismo con África. La amenaza de posible mutua destrucción, de que nadie está por encima de otro, es la mejor garantía para la paz y la seguridad colectiva e individual.Vis pacem para bellum.
- dividir en parcelas iguales a repartir entre todos los ciudadanos cada kilómetro cuadrado de tierra de “propiedad pública”. Lo que es de todos no es de nadie. Sólo se garantiza su beneficio para la comunidad en tanto alguien puede extraer de ella un beneficio particular.
- en el mismo sentido, privatizar hasta el último rincón del mar. Un dueño vigilaría que a nadie se le ocurriese vertir ni una gota de aceite o petróleo en su parcela, el propietario sería el primer interesado en proteger los pezqueñines mirando por su futuro y viabilidad económica siendo así los mejores ecologistas y obteniendo los mejores resultados medioambientales, al modo de las mariscadoras gallegas o los parcelistas de monterías de la Sierra Morena, que cuidan de sus parcelas y sus animales dejando que las que son del Estado ardan en verano. El dueño le sacaría beneficios materiales, en fín, se pondría en valor una enorme extensión de superficie planetaria que hoy día por no ser de nadie no hace sino echarse poco a poco a perder.
- prohibir la intervención del Estado en la economía: no hace sino tirar con pólvora ajena, apostar por proyectos menos rentables para la comunidad que los iniciados por los particulares, favorece el robo por parte de todo político, establece una sociedad chantajeada, amordazada, y clientelista mediante el uso de las subvenciones…
- fijar un Banco Central con la misma independencia que la de los jueces.
- prohibir al Estado el endeudamiento. Su endeudamiento encarece los préstamos a los más débiles, que somos los particulares.
- prohibir la devaluación de la moneda.
- impuestos, inflación y devaluación son las tres formas más refinadas que han encontrado los ladrones para desvalijar silenciosamente a los trabajadores de este planeta.
- eliminar inmediatamente los subsidios a la energía eólica y fotovoltaica. Aparte de que sólo se están enriqueciendo los amigos de los ministros, consejeros y presidentes nacional, autonómicos y provinciales, el hecho de que obliguen a consumir energía eólica o fotovoltaica quiere decir que es más cara que las otras, y por tanto consume más recursos medioambientales que las otras. Nos ha salido el tiro por la culata. Las energías alternativas acabarán sustituyendo a las otras, pero no cuando lo decidan dos o tres iluminados. Las leyes del comercio, que no son sino leyes de la naturaleza, de la realidad, no pueden cambiarse a fuerza de reales decretos, del mismo modo que no puede cambiarse la ley de la gravedad por orden ministerial. Ninguna revolución tecnológica ha nacido del Estado, sino de particulares en sus casas o sótanos buscando el beneficio propio (véase la máquina de vapor, la imprenta, la informática…). La intervención de 4 iluminados forzando a consumir electricidad eólica y fotovoltaica no está sino hipotecándonos, a largo plazo, a los más débiles, a los pobres, despilfarrando recursos medioambientales, e impidiendo el verdadero y sólido avance de esas tecnologías y libre consolidación en nuestro entorno.
- y algunas más, todas en la misma línea liberal, esto es, respetuosa con la realidad natural del ser humano.
- en definitiva, desencadenar las fuerzas productivas que viven dentro de cada persona, y que ahora están atenazadas por este omnipresente leviatán que es el Estado.
- no supresión, sino extensión de los PARAÍSOS FISCALES a todas las sociedades del planeta. La consecuencia de poner en marcha todo lo anterior se resume en el "paraíso fiscal". Que se jodan los políticos, especialmente los socialistas, los intervencionistas, los colectivistas. Si nos atacan por esto es porque vamos por buen camino, minando su poder.

Salud, comercio y propiedad, mucha propiedad, a nadar en la abundancia!. GLOBALIZACIÓN PARA TODOS, ESPECIALMENTE PARA LOS MÁS POBRES!!! Si los chinos la aplican y salen de la miseria, los demás también pueden vivir en la riqueza. Al fin y al cabo, comercio y propiedad son las dos instituciones que han permitido a Occidente vivir bien. Dejen a los pobres benefiarse de las mismas, no son inferiores racialmente, no están condenados a malvivir de las limosnas.- prohibir al Estado el endeudamiento. Su endeudamiento encarece los préstamos a los más débiles, que somos los particulares.
 
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