February 13, 2009
Reguladores del mundo, uníos
Sólo podéis perder algunos trilloncitos de los contribuyentes, que estos pagarán gustosamente para controlar el capitalismo salvaje, que opera sin ninguna regulación. Cierto que en Estados Unidos las nuevas regulaciones federales crecen a razón de 70 mil páginas por año. Pero esto no es nada. Un regulador que se respete aspira por lo menos al medio millón.
Muchos dicen que la crisis actual se originó por falta de regulaciones. Esto no me convence por dos razones. Primera, no explican en detalle qué regulaciones concretas faltaron. Y segunda, no conozco a nadie que haya predicho la crisis hace cinco o seis años con base en la ausencia de alguna regulación específica.
En contraste, una buena cantidad de economistas y estudiosos ligados al Mises Institute predijeron la crisis basados en la teoría del ciclo de Mises y Hayek. Por ejemplo, el congresista Ron Paul la anunció con pelos y señales en 2003, ante la sonrisita condescendiente de los que pasan por grandes economistas.
Un asunto que merece la pena examinar es cómo funcionaron las instituciones encargadas de aplicar las regulaciones existentes. Y encontramos casos interesantes. Por ejemplo, en 1992 se creó un grupo llamado OFHEO, dentro del Departament of Housing. Su única tarea era supervisar a las entidades cuasi-públicas Fannie Mae y Freddie Mac. El grupo tenía 200 empleados y un presupuesto anual de 65 millones de dólares. Pues bien, nunca descubrieron nada extraño, pese a que ambas entidades estaban comprando hipotecas basura a todo vapor. Pero lo mejor del caso es que eran los jefes del DOH los que las animaban a hacerlo. O sea, el caso del bombero pirómeno. Otro caso notable es el de Madoff. La Securities & Exchange Commission (SEC) tenía indicios desde hace más de quince años de que las cosas no iban bien. Pero nunca hizo nada.
Un problema de las regulaciones que se establecen en tiempos de crisis es que suelen tener consecuencias imprevistas en las crisis siguientes, que siempre son diferentes a las pasadas en muchos aspectos. Veamos dos ejemplos. El primero es el de los bancos de inversión. Durante la gran depresión de los años 30 se prohibió que los bancos se dedicaran a la vez a la banca tradicional y a la de inversión. Así que aparecieron los bancos de inversión como entidades independientes.
Pues bien, en la crisis actual este ha sido el grupo al que le ha ido peor. La ironía suprema es que se ha obligado a Goldman Sachs y Morgan Stanley a convertirse en bancos comerciales y de inversión, o sea, a volver al modelo que fue prohibido hace setenta años.
El segundo ejemplo se refiere a los Savings & Loans Associations (S&L). Las regulaciones de las crisis pasadas les exigían mantener portafolios compuestos casi exclusivamente de hipotecas de tasa fija a 30 años. Cuando la inflación de los años 70, derivada de la política monetaria expansiva del Fed, aumentó las tasas de interés, los S&L tenían que pagar por los depósitos tasas más altas que las que cobraban por las hipotecas viejas. Total, que el asunto se saldó con 280 billones, en dólares actuales, extraídos de los bolsillos de los contribuyentes.
A pesar de todo lo anterior, no tengo la menor duda de que los gobiernos van a introducir un montón de nuevas regulaciones financieras, con la vana esperanza de evitar futuras crisis. Las regulaciones no van a lograr su objetivo, porque la crisis no se debe a la falta de las mismas y porque los diseñadores de productos y servicios financieros siempre van a ser mucho más creativos que los reguladores.
Lo que los gobiernos no van a hacer es imponer más controles a los sistemas de planificación central del dinero que son los bancos centrales. Sus autoridades deciden sobre la masa monetaria del país. La moneda tiene que ser aceptada coactivamente. Y lo peor del caso es que pueden crear dinero de la nada. El elemento común entre la gran depresión de la década de 1930, la crisis japonesa de los 1990 y la crisis actual es que en los tres casos hubo varios años de política monetaria expansiva de los bancos centrales respectivos.
No sólo no va a haber controles adicionales para los bancos centrales sino que se van a relajar los existentes. Por ejemplo, es casi seguro que el Banco de Inglaterra va a poder emitir los billetes que quiera sin anunciarlo siquiera.
Se dice que los generales siempre saben cómo ganar la última guerra pasada. Yo creo que a los reguladores les pasa algo parecido. Cuando llegue la próxima crisis ¿qué apostamos a que la culpa la va a seguir teniendo la excesiva libertad del mercado?
( Artículo del autor, publicado en el diario La Prensa)