February 26, 2009

 

Rethinking Green: Profecías del desastre


“The limits to growth” (1972) anunciaba que la cuenta regresiva había comenzado y que el apocalipsis ocurriría en la primera mitad del siglo XXI. La única solución era parar el crecimiento económico y el de la población.

La actualización de 1992, “Beyond the limits”, reiteraba esencialmente la tesis de 1972.

En 1973, William D. Nordhaus evaluó cuidadosamente el modelo subyacente a las predicciones del libro de 1972. El modelo empleaba la técnica de la “dinámica de sistemas”, desarrollada por Jay Forrester, profesor de ingeniería en el MIT. El modelo, basado en ecuaciones diferenciales simultáneas, no establecía una conexión con la realidad basada en datos comprobables. Para validar su modelo, Forrester se basó en su juicio personal sobre su plausibilidad en vez de en la verificación empírica.

Cuando Robert Solow revisó el libro, observó sarcásticamente que las conclusiones estaban lógicamente tan próximas a los supuestos que no se necesitaba una computadora para obtenerlas.

Los libros de 1972 y 1992 se basan en simulaciones del comportamiento de la población mundial, la producción industrial, la producción de alimentos, el agotamiento de los recursos naturales y la polución. Los modelos incluyen un sistema de ecuaciones diferenciales simultáneas no lineales. Las ecuaciones y las definiciones de las variables fueron inventadas en vez de ser tomadas de las relaciones establecidas en los campos relevantes de estudio.

Mark Sagoff escribe que varios economistas importantes rechazan la idea de los límites del crecimiento porque la tecnología sustituye a los recursos naturales. Por ejemplo, Solow considera que gran parte del crecimiento económico durante el último siglo se ha debido al progreso tecnológico. No obstante, especialistas ecológicos como Herman Daly argumentan que resultará imposible un crecimiento adicional por los límites impuestos por las materias primas y el tratamiento de los desechos. Hay que notar, sin embargo, que estos argumentos no toman en cuenta las señales de los precios.

Carlos Davidson, un biólogo con estudios en economía, argumenta que las actividades humanas dañan el ambiente, pero sin llegar a la catástrofe. Richard y June Brinkman consideran que la tecnología no es una variable exógena sino endógena, y que está determinada culturalmente. Por su parte, Solow cree que no se ha podido demostrar que la tecnología sea una variable endógena.

Según Mancur Olson, en las sociedades avanzadas aparecen grupos de interés que ignoran los intereses generales, y que tarde o temprano llevan al estancamiento. Irónicamente los defensores de los límites del crecimiento son tan exitosos que logran imponer legislaciones que retardan el crecimiento. James Robinson encontró evidencia convincente de que las regulaciones ambientales explican el estancamiento de la productividad en el sector manufacturero norteamericano entre 1974 y 1986.

Desde 1972, el gobierno de EU ha buscado sentencias de prisión para forzar a las empresas a obedecer la ley ambiental. Entre 1983 y 1995 el Departamento de Justicia logró el procesamiento de 406 negocios y 1,052 individuos, y obtuvo 732 condenas de individuos y 331 de organizaciones.

Algunos de los casos parecen absurdamente injustos. Por ejemplo, Dennis Marchuck, un abogado en el negocio de bienes raíces, recibió una sentencia de prisión de dos años por guardar una gran cantidad de sacos de asbestos en el centro industrial Marcus Hook, después de removerlos de varios viejos edificios. Nunca pensó que tendría problema alguno. Pero descubrió que los pequeños negocios son una presa fácil porque no tienen dinero para contratar abogados especializados.

( Craig S. Marxsen, Pag. 23-42)

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