March 08, 2009
Easterly: Planificadores frente a buscadores
Respecto a la ayuda externa a los países pobres, los planificadores tienen buenas intenciones pero no motivan a nadie a llevarlas a cabo; los buscadores encuentran cosas que funcionan y las realizan; los primeros no se responsabilizan por sus acciones, los segundos si; los primeros determinan qué hay que hacer, los segundos buscan qué demanda la gente; los primeros aplican planes globales, los segundos se adaptan a las condiciones locales.
El planificador cree que la pobreza es un problema de ingeniería que puede resolver; el buscador piensa que es una mezcla de factores políticos, sociales, históricos, institucionales y tecnológicos; el primero cree que los extraños saben suficiente para imponer soluciones; el segundo cree que sólo los de dentro tienen ese conocimiento.
El profesor Jeffrey Sachs es elocuente y compasivo. Sin embargo, sus soluciones son poco convincentes. El tiene un Gran Plan para eliminar la pobreza mundial con 449 actividades.
Los planificadores dominan el campo de la ayuda. Tienen la ventaja retórica de prometer grandes cosas, pero sus soluciones no son efectivas. En 1990, la ONU estableció para el 2000 la escuela primaria universal; luego la retraso para 2015. En 1977 estableció la meta de acceso universal al agua para 1990, la que se ha retrasado para 2015. Nadie se ha responsabilizado por no alcanzar las metas.
Según Sachs, terminar con la pobreza es más fácil de lo que parece; entonces ¿por qué no se ha logrado? Después de 60 años, montones de planes y 2.3 trillones de dólares, los grandes planes no han logrado la soñada meta.
Las organizaciones de ayuda no pueden acabar con la pobreza, pero pueden hacer muchas cosas útiles para aliviar las necesidades de los pobres y darles nuevas oportunidades; los buscadores identifican cualquier oportunidad para aliviar el sufrimiento, pero no se empantanan en objetivos irrealizables.
El debate entre planificadores y buscadores es el de la ingeniería social utópica contra la reforma parcial. Los planes para eliminar la pobreza mundial tienen todas las pretensiones de la ingeniería social. Es importante reconocer la complejidad económica y política de la sociedad. Esta complejidad asegura el fracaso de cualquier intento de lograr el fin de la pobreza mediante un plan; ninguna sociedad rica ha terminado con la pobreza en esta forma.
Los dos elementos claves que hacen fracasar a los planificadores, y que explican el éxito de los buscadores, son la ausencia o presencia de retroalimentación y de responsabilidad por los resultados.
Los grandes planes son atractivos para políticos, celebridades y activistas que buscan causar impacto. Forman parte de la fantasía occidental de que “nosotros” somos los escogidos para salvar al resto. La empresa de la ayuda surgió con los Cuatro Puntos de Harry S. Truman en 1949. Los economistas inventaron la economía del desarrollo. Por ejemplo, Rosenstein-Rodan abogó por el “big push” y Gunnar Myrdal por la planificación. Por el contrario, Peter Bauer predijo el fracaso del desarrollo planificado a través de la ayuda externa. El hecho de que yo viva en una sociedad próspera no me capacita para saber cómo pueden lograr dicha prosperidad otras sociedades.
Los pobres del mundo no tienen que esperar pasivamente la ayuda de occidente para salvarse. Hong Kong, Corea, Singapur y Taiwán pasaron en cuatro décadas del tercer mundo al primero a través de los esfuerzos de muchos agentes descentralizados participando en los mercados, y sin una asistencia significativa de occidente y sin que occidente les dijera qué hacer.
Incluso cuando los esfuerzos fallan, los pobres tienen más capacidad que la que creen los planificadores. Occidente no puede cambiar al resto. Es absurdo creer que puede cambiar sociedades complejas con culturas e historias diferentes.
( William Easterly, The White Man’s Burden, 2006, Pag. 3-33 )