March 29, 2009
Easterly: Planificadores y gansters
Es cierto que muchos gobiernos de países pobres son malos; también, que los intentos occidentales por cambiarlos han fracasado. La democracia funciona pero su imposición desde fuera generalmente no. A partir de los años 90, las instituciones de ayuda han tratado de conseguir “buenas instituciones” con poco éxito.
La democracia no es una solución rápida para los países pobres porque su funcionamiento depende de la lenta evolución de reglas del juego justo. La democracia es un conjunto de intrincados arreglos, que van mucho más allá de las elecciones. La democracia incluye la protección de los derechos individuales y la libertad de disentir.
Un gran problema de la democracia es que los políticos pueden apelar al odio, miedo, nacionalismo o racismo para ganar elecciones. Otro problema importante es la corrupción. Desafortunadamente, las agencias de ayuda no han sabido cómo lidiar con estos problemas. De hecho, la ayuda que recibe cada país no guarda ninguna relación con la corrupción del gobierno. Incluso estudios recientes sugieren la existencia de una especie de maldición de la ayuda.. Cuanto mayor es la ayuda más se benefician los gobernantes corruptos. Tal vez los malos gobiernos atraen donantes que quieren reformarlos así como los pecadores atraen a los televangelistas.
No obstante, no todo ha sido fracasos. Ha habido éxitos en la educación, con un gran crecimiento en las tasas de alfabetización de adultos y en la escolarización de las niñas. También en la electrificación, al menos hasta 1990. En cuanto a la corrupción, no hay señal alguna de progreso.
El Banco Mundial y el FMI son conscientes del problema pero no han logrado establecer una política para lidiar con él. Tratan de resolver una contradicción insoluble entre las condiciones de la ayuda y la soberanía. En vez de decir a los gobiernos qué deben hacer, les piden que los gobiernos les digan qué piensan hacer.
El FMI tiene prohibido inmiscuirse en las políticas internas. El problema con este enfoque apolítico es que no lo es. Proveer fondos a un gobierno es un acto político. En los últimos cincuenta años, el país que ha recibido más crédito es Haití, la mayoría en la época de los Duvalier. Otro caso notable es el de Mobutu. Entre 1976 y 1989 Zaire estuvo el 74% del tiempo bajo programas del FMI.
La ONU no ha manejado mejor el problema. El Millennium Project argumenta que los malos gobiernos no son el principal problema de los países pobres, y que si hay malos gobiernos esto se debe a la falta de dinero. Uno de sus informes lista 63 países pobres que están “potencialmente bien gobernados”. La lista incluye cinco de los siete países identificados por Transparency International como los más corruptos del mundo. Además incluye quince considerados por Freedom House como no libres.
Las agencias de ayuda simplemente no saben cómo transformar malos gobiernos en buenos mediante la ayuda. Los malos gobiernos tienen raíces muy profundas que occidente no puede cambiar. El sistema actual tolera y hasta puede que empeore los malos gobiernos. El dictador de Camerún, Paul Biya, obtiene el 41% de los ingresos de su gobierno mediante la ayuda.
Si trabajando con los gobiernos no logran resultados para los pobres, las agencias deben probar otros métodos.
( William Easterly, The White Man’s Burden, 2006, Pag. 112-162 )