May 06, 2009

 

Rethinking Green: El ambientalismo basado en el mercado no es igual al libre mercado


Quienes formulan políticas no valoran el mercado porque maximiza la libertad y la satisfacción personal. Lo hacen porque pueden manipularlo para que produzca un resultado preestablecido. Este enfoque describe el llamado ambientalismo basado en el mercado (ABM). Mi posición es que el ABM es inconsistente con la libertad individual e imposible de ejecutar exitosamente.

La sabiduría convencional indica que los problemas ambientales son inherentes a una sociedad libre. Esto es un error. Ocurren porque la estructura de derechos de propiedad no está perfectamente desarrollada. En última instancia, se trata de un fallo del gobierno, no del mercado.

Tradicionalmente, los problemas de polución del aire y agua eran importantes en la medida en que perjudicaban a la gente. Hoy día la preocupación de muchos es que degradan el ambiente. En una sociedad libre, la preocupación básica deben ser los seres humanos.

Los problemas ambientales implican algún conflicto sobre el uso de la propiedad. Si hay un problema entre A y B se debe a que uno de los dos tiene derechos sobre X pero no están protegidos, o los derechos no están definidos claramente.

Supongamos que una fábrica de cemento contamina las áreas cercanas ensuciando casas, autos, ropa y creando problemas respiratorios. El asunto aquí es que los derechos de propiedad de la gente no están siendo protegidos. En otro ejemplo, supongamos que una fábrica vierte desechos a un río. Río abajo, la gente ya no puede nadar o pescar. El problema central no es simplemente la polución del río sino que los derechos de propiedad sobre el río no están claramente definidos.

Para que exista el libre mercado, los derechos de propiedad deben ser definidos y protegidos. Si esto no se da, es incorrecto culpar al libre mercado por problemas ambientales. Lo ideal es que todos los recursos sean privados y cada quien los utilice como quiera mientras no viole los derechos de otros. Pero el libre mercado entra a veces en conflicto con los objetivos de los ambientalistas. Por ejemplo, en el caso de especies protegidas, los ambientalistas quieren ejercer derechos sobre la propiedad ajena.

Los partidarios del libre mercado defienden que este es mejor para la naturaleza que otros arreglos. La mayoría de los problemas surgen porque los recursos pertenecen a todos y a nadie, lo que no contribuye a su conservación.

Los impuestos y los permisos transferibles son los dos instrumentos de política preferidos por el ABM.

El uso de los impuestos se basa en la economía del bienestar de Pigou. Ciertos resultados se consideran eficientes y otros no, dependiendo de si coinciden o no con ciertas condiciones preestablecidas políticamente. En el caso de la fábrica de cemento, el problema sería que la fábrica no absorbe todos los costos de producción, incluyendo los de polución. La solución es un impuesto, que llevaría a la fábrica al resultado correcto.

El problema en este enfoque es que los costos de la polución son subjetivos. Por ejemplo, si yo tengo que lavar el auto más frecuentemente, mi costo es la satisfacción que obtendría haciendo otra cosa. Obviamente, esto no lo puede medir un observador externo. Los defensores de estos impuestos ignoran el problema de la subjetividad de los costos. También ignoran los cambios de las preferencias de la gente con el paso del tiempo. Pero el problema fundamental es el del conocimiento disperso que impide el éxito de la planificación central.

El enfoque de los permisos transferibles es el siguiente. Primero, se identifica algo como excesivo. Por ejemplo, la cantidad de combustibles fósiles. Segundo, se establece la cantidad aceptable. Tercero, se otorgan permisos para lograr la nueva meta. Los permisos incentivan a usar menos combustibles, ya que los que no se utilicen se pueden vender y obtener ganancias.

El problema es que los permisos son licencias para violar derechos de terceros en muchos casos, como el de la fábrica de cemento. El enfoque del libre mercado consistiría en que los perjudicados demandasen por daños y perjuicios. Si los permisos transferibles dan el derecho de perjudicar la propiedad privada de otros, son inconsistentes con el libre mercado.

Las reglas legales deben estructurarse para maximizar las oportunidades de cada individuo para lograr sus propias metas. Si es deseable un orden social liberal, deben eliminarse los resultados predeterminados ya que la libertad está en conflicto con las políticas públicas deterministas.

En temas ambientales, la elección primaria no es entre políticas de mando y control y ABM. Es entre libre mercado y socialismo mercantilista, que incluye mando y control y ABM.

( Roy Cordato, Pag. 367-381 )

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