June 14, 2009

 

John Stossel: Ciencia basura, reportajes basura


Cuando cubren investigaciones científicas, los reporteros suelen cometer grandes errores. Cuando comencé a trabajar, yo creía que los científicos eran observadores desapasionados, preocupados sólo por la verdad. Mi hermano Tom, que es investigador científico, me abrió los ojos y ahora creo que los científicos alcanzan conclusiones dudosas más o menos como el resto de nosotros.

A finales de los 80 y principio de los 90, los medios cubrieron estudios según los cuales los hijos de madres adictas a la cocaína nacían con daños irreversibles.

Varios años después, la psicóloga Claire Coles, de Emory University, asignó a sus estudiantes de doctorado para que observasen niños normales y niños de la cocaína. Nadie fue capaz de decidir a cuál de los dos grupos pertenecía cada niño.

Cuando Linus Pauling dijo que megadosis de vitamina C podían evitar los resfriados, todo el mundo le creyó. Pauling era un Premio Nóbel, pero de química, no de biología. Montones de estudios posteriores no han encontrado evidencia alguna de que la vitamina C prevenga los resfriados.

Algunos años atrás, dos físicos, Stanley Pons y Martín Fleischmann, anunciaron que habían resuelto el misterio de la fusión fría. Catorce años después, todavía no habían logrado nada.

El doctor Cutler dice que no debemos consumir más de 2,400 miligramos de sal al día. Esto se debe a que la presión alta puede llevar a enfermedades cardiacas y menos sal puede bajar la presión. Es una teoría plausible pero no concluyente. Puede haber muchos otros factores. Los expertos en presión afirman que no hay suficientes investigaciones científicas para justificar el límite de Cutler.

Una cosa buena de la ciencia es que la verdad acaba abriéndose camino. Los periodistas pueden ser crédulos, pero los otros científicos suelen ser escépticos.

Ahora bien, si los abogados tienen dinero de por medio, la verdad no importa mucho. Esto es lo que pasó con los implantes de silicona.

En los 90, los abogados les dijeron a las mujeres que Dow Corning, la compañía fabricante de silicona, las estaba envenenando. Hubo varias demandas contra la compañía por millones de dólares. Dow Corning se declaró en quiebra.

Estudios de la Clínica Mayo y Harvard concluyeron que las mujeres con implantes tenían una salud comparable a las que no los tenían. Pero los abogados no tenían que convencer a científicos sino a jurados.

En 1977, una explosión en una fábrica cercana a Seveso, Italia, formó una nube de dioxina que cubrió gran parte de la ciudad. En las semanas siguientes, los residentes se quejaron de dolores de cabeza y diarrea y muchos desarrollaron rojeces dolorosas en la piel. Los habitantes estaban expuestos a 10,000 veces el nivel tolerable de dioxina. Los ambientalistas predijeron grandes aumentos de cáncer y enfermedades pulmonares. Yo estuve en Seveso veinte años después. La gente estaba tan saludable como en cualquier otra parte de Italia. La clave es que la dioxina que mata a los animales no daña necesariamente a las personas.

Cuando los negocios pagan por una investigación, asumimos que no es fiable. Pero no somos tan desconfiados cuando se trata de otros grupos que tienen agendas políticas. Veamos un ejemplo. Hay feministas que dicen que 150,000 mujeres mueren anualmente por anorexia. Incluso el Washington Post se traga estas cifras. Lo cierto es que las muertes fluctúan entre 50 y 1,750.

( John Stossel, Give me a break, Pag. 97-115 )

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