July 29, 2009

 

¿De quién es mi salud?


Puede parecer una pregunta tonta. Mi salud es mía, o debería serlo. En este sentido, parece obvio que yo debería tener total libertad para decidir a quién quiero consultar, qué remedios quiero usar, y cosas similares. Pues no. El gobierno es co-dueño de mi salud, y si me apuran, les diré que es el socio mayoritario.

Hace unos quince años que me intereso por la medicina alternativa, que a mí me gusta llamar complementaria. Para mí, el médico ideal debe tener una sólida formación en medicina convencional y a la vez dominar los procedimientos y técnicas de la complementaria, que no se enseñan en las Facultades de Medicina.

Yo estoy suscrito a un newsletler mensual de un médico norteamericano que me cuesta unos 25 dólares anuales, y además me permite el acceso online a toda la colección que ya tiene una buena cantidad de años. El doctor en cuestión se formó en las mejores universidades norteamericanas y domina a fondo la medicina complementaria. Tiene su propia clínica y una gran experiencia respecto a la efectividad de diferentes tratamientos.

Según el Dr. Wright, la mejor forma de reducir los costos de los cuidados médicos es dejar a cada persona seleccionar lo que considere más apropiado para ella. El gran problema es que la ley no permite difundir la información necesaria. Por ejemplo, las compañías que venden remedios naturales no pueden afirmar nada sobre los efectos beneficiosos de los mismos. Para poder hacerlo, tendrían que llevar a cabo los experimentos que exige la FDA para las medicinas, cuyo costo es prohibitivo. Y si alguna compañía se arriesga, se expone a multas impresionantes.

Sin embargo, lo cierto es que muy rara vez se da alguna muerte por uso de suplementos, mientras que todos los años las muertes por los “efectos secundarios” de las medicinas aprobadas pasan de cien mil. Yo me pregunto si en realidad podemos llamarlos “secundarios”.

Como yo compro mis suplementos en Estados Unidos, me alegra la noticia de que se haya formado la American Association for Health Freedom. La asociación está trabajando en una ley, la Free Speech in Science Act, que impedirá a la FDA censurar información científica sobre beneficios para la salud que tienen alimentos y suplementos. Espero que la iniciativa tenga éxito.

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