July 19, 2009
John Stossel: Mi cuerpo es mío
Pienso que como soy adulto mi cuerpo me pertenece. Si esto es así ¿no puedo hacer con él lo que quiera, siempre que no perjudique a otros? Pues no. Hay muchas cosas que la ley nos prohíbe.
Por ejemplo, muchos estados tienen leyes contra el adulterio y la fornicación, pero se aplican raramente. En Minneapolis una tienda vendía vibradores, revistas de sexo y videos. Un fiscal consideró que muchos de estos artículos eran obscenos. La tienda fue cerrada y el dueño pasó cinco años en prisión. Georgia tenía una ley contra la sodomía, que se aplicaba selectivamente. Fue declarada inconstitucional en 2003.
El vicio es parte de la vida. No me gusta el comportamiento inmoral, pero al hacerlo ilegal no desaparece, sólo se oculta. La interminable cruzada contra la prostitución muestra su fracaso.
Yo estaba entre los norteamericanos que creían que las drogas debían ser ilegales. Pero me di cuenta de que cuando las leyes sobre drogas entran en conflicto con las leyes de oferta y demanda, son las últimas las que ganan. La gente sigue comprando drogas, sólo que en el mercado negro.
La guerra contra las drogas cuesta a los contribuyentes más de 30 millones diarios en gasto federal. Jerry Oliver, jefe de policía de Detroit, dice que si no tuviéramos esta guerra, la policía podría dedicar más tiempo contra asesinos, violadores y ladrones. Cada día la policía arresta cuatro mil personas por vender o usar drogas, más que las arrestadas por asesinato, violación, vandalismo, asalto y robo combinados.
La guerra contra las drogas tiene varias consecuencias imprevistas:
Primera : Crimen. Como el producto es ilegal los vendedores forman bandas armadas. Los compradores roban para pagar los altos precios del mercado negro. Pero nadie roba para tomar cerveza.
Segunda : Corrupción. En ocasiones los policías se corrompen. Pero también se corrompen otros países. Por ejemplo, campesinos colombianos siguen cultivando la coca por rentabilidad.
Tercera: Enseña a los jóvenes de los barrios pobres que es mejor dedicarse a la droga que a trabajos lícitos.
Cuarta : Creación de bandas criminales riquísimas. Nos olvidamos de que la prohibición del alcohol creó a Al Capone.
La legalización de las drogas nos da miedo. Tal vez más gente probaría y se harían adictos. Ciertamente, todas las cosas pueden ser abusadas. Pero esto no significa que el gobierno pueda impedirlo o que deba tratar de impedirlo. El gobierno debe protegernos de otros, pero no de nosotros mismos. Una vez que se admite lo último ya no hay ningún límite para la acción del gobierno. ¿Por qué no impedir a la gente que lea malos libros, vea malas obras de teatro, o escuche mala música?
Esto nos lleva al tema más importante. Si soy el dueño de mi cuerpo ¿no tengo derecho a decidir si quiero seguir viviendo? Y si necesito la ayuda de un médico, eso debe ser también legal.
Debo poder hacer con mi cuerpo lo que crea oportuno, con tal de que no dañe a otros. A quienes no les guste mi decisión, pueden criticarme. Pero esto es una cosa, y utilizar la fuerza de la ley es otra muy distinta.
( John Stossel, Give me a break, 2004, Pag. 255-272 )