August 31, 2009

 

Kolakowski


Hace unas pocas semanas atrás publiqué una entrevista de Enrique Krauze a Leszek Kolakowski. Y hace algunos días me enteré de que el pensador polaco había muerto en Oxford el 17 de julio. Por cierto, la noticia no apareció en ninguna de las webs que visito habitualmente, con la excepción de Frontpage Magazine. Todo un síntoma.

Kolakowski nació en 1927. Tenía doce años cuando la Wehrmacht aplastó Polonia. En 1945 la tiranía soviética sucedió a la nazi. Kolakowski fue marxista durante un periodo, pero para mitad de los años 60 estaba totalmente desilusionado. En 1968 fue expulsado de la Universidad de Varsovia “por formar las opiniones de los alumnos en una dirección contraria con la tendencia dominante del desarrollo del país”.

A finales de ese año pudo salir de Polonia. Pasó por Berkeley, Yale, Chicago y Oxford, su hogar intelectual durante las últimas décadas.

Kolakowski es conocido principalmente como un crítico del marxismo, sobre todo en su obra maestra en tres volúmenes titulada “Las principales corrientes del marxismo”. Según él, el marxismo ni interpreta el mundo ni lo cambia; es un simple repertorio de slogans para servir ciertos intereses.

Según Kolakowski, el marxismo comenzó como humanismo prometéico y culminó en la monstruosa tiranía de Stalin. EL marxismo es una valiosa advertencia sobre el peligro de los esquemas utópicos, sean rojos o verdes.

En 1995 escribió que “el capitalismo se desarrolló espontánea y orgánicamente; nadie lo planeó, y no necesita una ideología general; en última instancia, el capitalismo es la naturaleza humana en acción, mientras que el socialismo es un intento de imponer la fraternidad por la fuerza; una sociedad basada en el propio interés es incomparablemente superior a otra basada en la hermandad obligatoria”.

En 2005 escribió : “El comunismo no fue una loca fantasía de algunos fanáticos ni el resultado de la estupidez humana; fue una parte real de la historia del siglo veinte, que no puede ser entendida sin entender el comunismo. Y no hay que descartar que pueda regresar”.

Kolakowski mostró que la tendencia a creer que todos los problemas humanos tienen una solución técnica es una herencia desafortunada de la Ilustración.

En la vida humana existen muchas cosas que no tienen remedio humano. Nuestro apego al ideal del progreso ilimitado es una peligrosa limitación moral.

Nos enorgullecemos de nuestra apertura y empatía hacia otras culturas. Pero Kolakowski nos recuerda que sin un compromiso previo con valores sustantivos la apertura degenera en vacuidad, y en incapacidad para distinguir el bien del mal.

El liberalismo implica apertura a otros puntos de vista, incluso aquellos cuyo éxito destruiría el liberalismo. Extender la tolerancia hasta allí es una receta para el suicidio. Hay que entender que, para evitarlo, la tolerancia y la apertura deben estar limitadas por valores positivos.

Aquí pueden encontrar consideraciones adicionales de y sobre nuestro pensador.

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