August 06, 2009

 

Nuestra inseguridad social


Por “inseguridad social” me refiero igual a los servicios de salud del gobiernos como a nuestro caduco sistema de des-educación social. En ambos casos la creencia imperante es que las soluciones las encontraremos dentro de más gobierno y no a través de un sistema de intercambios voluntarios entre los asegurados y quienes proveen sus servicios de salud o educación.
Dicho de otra forma, entre proveedores y sus clientes, ya que de esta manera se transfiere la responsabilidad directamente a los afectados y no como es hoy día, que dicha responsabilidad recae sobre el gobierno y sus curiosos políticos.Las mejores industrias en el ámbito mundial no son de gobierno sino de la industria privada. Los sobre costos en salud y educación se deben primordialmente a las distorsiones endémicas dentro del corrupto aparato de gobierno, que pongan a quien pongan seguirá siendo una herramienta inadecuada, ya que el aparato de gobierno jamás fue concebido ni sirve para estas cosas. Imagínense que si no pueden vender cebolla y arroz ¿qué será de salud y educación?
¿Cuál es el mayor reto de los incipientes funcionarios del nuevo gobierno? Olvidarse de casi todo lo que aprendieron en la empresa privada, pues en las entrañas del monstruo no funcionan; y lo digo porque trabajé 14 años allí.Las soluciones tampoco están en tratar de operar las entidades de gobierno como si fuesen empresas privadas, ya que no lo son. Es como manejar un barco como si fuese submarino, y ya creo que podemos adivinar a dónde irá a parar.
En el ámbito empresarial los costos y márgenes que determinan los precios al consumidor son el secreto del negocio eficiente, mas no en el gobierno en donde no sólo las empresas estatales sino aun las privadas que trabajan con el Estado deben confiar sus costos al complejo y deficiente sistema central; en donde los datos son machacados en modelos matemáticos y otra información generada por el gobierno, tales como inflación, costos laborales, y aun las presiones de grupos rentistas.
Al final lo que no queremos ver es que por más sofisticado que sea el sistema central, la ruma de “burrocracia” y la naturaleza de la bestia hacen imposible un buen cálculo de costos. Por ejemplo ¿cómo contabilizan el costo de las botellas?
Lo innegable es que estos sistemas de origen y corte populista jamás podrán operar dentro de un mercado competitivo, ya que papá gobierno siempre estará allí para sacarle las castañas de fuego. Entre otras razones, porque están basados sobre premisas de cantidad y no de calidad; y aunque hoy día algunos campeones del centralismo nos hablen de salud preventiva, esto es algo que compete a la persona y no a la medusa estatal. En el fondo no es más que la deficiencia inherente en un sistema socialista, como el de Cuba o Corea del Norte.

( Artículo de John Bennett, de la Fundación Libertad de Panamá, publicado en el diario El Panamá-América )

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