October 11, 2009

 

Las Memorias de Revel: Escritor y periodista


1. Resumen del capítulo

Entre 1958 y 1963 Revel fue a la vez profesor, escritor, editor y periodista. En 1963 abandonó el profesorado, y en 1981 la dirección de L’Express. De ahí en adelante se limitó a ser escritor y periodista, o más exactamente, autor de libros y autor de artículos.

Revel hace notar que, aunque se acepta a regañadientes que un escritor pueda ser también un gran periodista, la opinión culta es mucho más reacia a admitir que un gran periodista pueda ser a la vez un auténtico escritor.

Revel habla sobre sus editores, con especial atención para René Julliard y Robert Laffont. El primero era un extrovertido y le encantaba conversar con sus escritores. El segundo era un introvertido. No le gustaba los escritores sino los libros. Así como Julliard convencía y seducía, Laffort refunfuñaba.

Según Revel, todos los editores son incompletos. Unos son sagaces lectores de manuscritos pero fallan en publicar el libro en el momento oportuno. Otros son virtuosos de las relaciones públicas, pero no muy buenos lectores. Hay quienes entienden el mercado nacional pero fracasan con los contratos extranjeros.

Revel hace algunas observaciones sobre los artistas plásticos y su relación con los escritores. Según él, los primeros ven a los escritores como portavoces en potencia. Los pintores modernos, sobre todo después de que dejaron de ser figurativos, sintieron la necesidad de rodear sus obras de un aparato filosófico, pues pensaron que esto les daría más dignidad.

En la parte final del capítulo, Revel dedica algunas páginas a dos revistas en las que trabajó como editor : Le Nouvel Observateur y L’Express. Ambas eran de izquierda, la primera de la izquierda no comunista, y la segunda de una izquierda más moderna y más partidaria del capitalismo.

2. Textos seleccionados

·La distinción más importante entre el periodista puro y el escritor es que el segundo nunca llega a tener como primer impulso publicar artículos. Yo sólo he escrito artículos cuando me los pedían, lo que siempre ha sucedido como consecuencia de la repercusión que han tenido mis libros. Muchos artículos me han servido de banco de prueba para aclarar y formular ideas o sentimientos que acabaron siendo la matriz de futuros libros.

·La disputa sobre la sobre la edición comercial y la edición noble es irreal hasta la puerilidad. No existe ninguna antinomia entre estos teóricos dos tipos de edición. Hay libros buenos que se venden y libros buenos que no se venden, como hay libros malos que se venden y libros malos que no se venden. Si bastara con no tener talento ni escrúpulos para hacerse rico, la república de las letras estaría llena de multimillonarios. Y si bastara con tenerlos para ser pobre, todo el Parnaso estaría en el asilo de indigentes, lo que tampoco es el caso.

·La literatura conquistó su libertad cuando se convirtió en comercio, ya que, en el nivel más alto, más vale ser Balzac y vivir, aunque sea mal, de los libros comprados por los lectores, que ser un Racine o un Boileau, por grandes que sean, y depender de las arcas del príncipe.

·En “La Republique des Camarades”, publicado en 1914, que todavía conserva su pertinencia maliciosa y feroz, Robert de Jouvenel afirma que el responsable de un periódico, aunque sea un apóstol o un santo, antes de tomar una decisión tiene que respetar dos condiciones : 1) No ofender a quienes controlan las informaciones, es decir, a los poderes públicos y administrativos; 2) No enfrentarse a los que controlan la publicidad, es decir, a los poderes comerciales y financieros.

A este precio el periódico puede ser independiente, concluye con ironía Jouvenel. Yo he sufrido más por quebrantar la segunda condición que por la primera.

( Jean-Francois Revel, Memorias, 2007, Pag. 317-360 )

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