October 04, 2009
Las Memorias de Revel: Lento retorno al redil
1. Resumen del capítulo
Revel cuenta principalmente su trabajo como profesor de filosofía en el Liceo Francés de México y sus relaciones con Luis Buñuel; y añade algunas consideraciones sobre la mentalidad típica latinoamericana.
Cuando llegó al Liceo, habían construido una sala de teatro con cincuenta plazas para facilitar el trabajo de un grupo de actores franceses asentados en México. Lo malo era que los responsables del Liceo se habían comprometido a que la obra fuese autofinanciable. Como esto parecía imposible, recurrieron a Revel, que propuso convertirlo en el primer cineclub de toda América Latina, y resultó todo un éxito.
Esto le permitió tratar con frecuencia a Luis Buñuel. Este veía la vida desde el punto de vista cómico, aunque no excluía la ensoñación, la revuelta, el erotismo, la profanación y la crueldad.
Lamentablemente, Buñuel se convirtió en un compañero de viaje de la URSS. Y cuenta dos anécdotas. El embajador soviético le hizo llegar a Revel una película aburridísima, según los cánones del realismo socialista. La película no servía, pero Buñuel la juzgo bellísima. Según la segunda, Buñuel, que había viajado a Francia en 1951 para el estreno de “Los olvidados”, se negó a ver a Eli Lotar, fotógrafo de varias de sus películas, porque trabajaba para el Plan Marshall.
Respecto a la cultura política mexicana destaca el excesivo presidencialismo, al que compara con una nueva monarquía. Define el subdesarrollo más en términos psicológicos que económicos. Otro rasgo que vió en México fue la admiración del pueblo hacia los corruptos. En adición, una megalomanía xenófoba que achacaba todos los males a Estados Unidos. Al respecto cuenta unas anécdotas reveladoras de Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros, cuyos murales califica de ramplones y muestra de la vulgaridad del realismo socialista.
2. Textos seleccionados
·Que Buñuel optase por el bando soviético durante la guerra fría era asunto suyo, mal asunto, sin duda, que tenía el inconveniente de estar muy extendido. Lo que no tenía perdón es que renunciase a la independencia estética y abjurase de la concepción del arte que impregnaba de sentido toda su vida. El Buñuel cotidiano seguía siendo un anarquista agudo y libre. Pero cuando intervenía el factor de “solidaridad con la URSS” surgía la obediencia “con el servilismo de un cadáver”.
·Cuando comprobamos que en los artistas más admirables el genio creador puede coexistir con la burrada y la cobardía, uno se pregunta por qué nuestra época no ha revisado más a fondo el mito del intelectual como faro y guía de su época y, sobre todo, maestro de virtud, infaliblemente situado del lado de los defensores de la justicia.
·Cuando De Gaulle emprendió una gira por los países latinoamericanos en 1964, en un discurso en México gritó : “Nos haría falta un PRI francés.” Esto revela su fobia hacia el régimen de partidos. Preconiza un sistema político en el que un partido único o inexpugnablemente preponderante sea el apéndice de la autocracia presidencialista.
·El subdesarrollo no se define únicamente en términos económicos. Es un estado mental cuyos estigmas psicológicos no dependen sólo del nivel de vida. Una corrupción “a la mexicana” empezó a devastar la economía y minar la democracia en Italia, España, Francia, Bélgica y Japón sin que la pobreza pudiera servir de excusa.
·Cómo había deplorado yo en los mexicanos ese suicidio de la ciudadanía que consistía en endosar a Estados Unidos la responsabilidad de todo lo que estaba mal en su país. Qué amargura me producía el diagnóstico de la misma enfermedad moral entre mis compatriotas, enfermedad que Mitterand se limitaba a mantener, pues el gran inoculador del virus de ese tercermundismo mental había sido De Gaulle.
( Jean-Francois Revel, Memorias, 2007, Pag. 197-250 )