October 05, 2009

 

Sobre el engaño voluntario


Cuando el gobierno quiere engañar, y los ciudadanos quieren ser engañados, es como cuando se juntan el hambre y las ganas de comer.

Esto me recuerda aquel pasaje de Tocqueville en que dice que los ciudadanos del futuro serían como un rebaño apacible pastoreado por los gobernantes.

Ilustraré la idea del engaño voluntario con un episodio reciente relacionado con las facturas de electricidad en Panamá. La generación y distribución de electricidad fueron privatizadas hace unos diez años. El gobierno se quedó con el 49% de las generadoras y distribuidoras, y el 100% de la transmisora. Fue una privatización muy curiosa, ya que inicialmente el gobierno tenía más del 50% del negocio total. Por un lado, perdió la oportunidad de convertir a los ciudadanos en accionistas. Y por el otro, se metió en un gigantesco conflicto de intereses entre sus roles de accionista y regulador.

Como regulador, el gobierno estableció las normas de operación de las compañías eléctricas. Una de las normas es que las compañías no pueden aumentar las tarifas sin la autorización del gobierno. Digamos, finalmente, que el 50% de la electricidad se produce mediante hidroeléctricas, y el otro mediante plantas de bunker, un derivado del petróleo.

Las facturas de electricidad tienen los siguientes elementos :

1) Un pequeño cargo fijo

2) Una tarifa para los primeros 500 kw/hora

3) Otra tarifa para el excedente

4) Un cargo o crédito, según los casos, por la variación del precio del bunker

5) Un crédito del 25% para los jubilados

6) Un crédito para los que consumen menos de 500 kw/hora por mes

7) El total a pagar, que resulta de todo lo anterior

Pues bien, el gobierno anunció que a partir del mes de julio tendríamos una reducción del 4% en la tarifa. Pero se le olvidó añadir que no habría crédito por la variación del precio del bunker, ya que este había subido por encima del precio que permitía dar créditos. Durante los meses de enero a junio, el crédito había fluctuado entre 10% y 15% de la factura.

Cuando la gente comenzó a recibir las facturas en agosto, se quejaron de que el monto a pagar había aumentado en vez de disminuir. Esto era lógico, ya que la tarifa se había reducido un 4% pero se había eliminado un crédito de 10%-15%.

El gobierno se hizo el ofendido y acusó a las compañías de no haber cumplido con la reducción del 4%. Obviamente, esto era falso. Cualquiera que no estuviera ciego podía ver dicha reducción en su factura.

El asunto era fácil de entender. Pero el gobierno no quería admitir su error y los consumidores se hicieron los tontos para ver qué podían sacar en limpio. Yo, desde luego, no acepto que alguien con una inteligencia normal no sea capaz de descubrir la explicación por sí mismo. En caso contrario, ¿cómo alguien que no entiende una simple factura eléctrica puede evaluar a los diferentes candidatos en una elección presidencial?

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