December 27, 2009
Episodios económicos de EU: ¿Qué causó la Gran Depresión?
La Gran Depresión no fue la primera en EU. El pánico de 1819 fue severo, y la depresión de 1837 también. En estos casos la política del gobierno fue laissez-faire.
Los gobernantes entendían que el gasto del gobierno implicaba un costo de oportunidad equivalente al valor que dichos fondos hubieran tenido en manos privadas.
En una recesión lo mejor es reducir impuestos y gasto público, no aumentar la masa monetaria ni la deuda pública, y dejar que las empresas se ajusten libremente a la nueva situación.
Existe el mito de que Herbert Hoover era partidario del laissez-faire. En realidad era un superintervencionista. Él creía que la manipulación humana podía triunfar sobre las supuestas “leyes” de la economía. También pensaba que en el libre mercado había demasiada competencia y despilfarro económico. Creía en la falacia del poder de compra y abogaba por altos salarios independientemente de la productividad. Favorecía la política de crédito fácil del Fed, creyendo que llevaría a la prosperidad. Y acuñó la expresión de “administración científica de la oferta de dinero”. Para eliminar la competencia destructiva abogaba por el “asociacionismo” o “competencia cooperativa” dirigida por el gobierno. Defendía los aranceles altos. Como Secretario de Comercio fue un regulador frenético y se metió prácticamente con todas las industrias.
Una vez elegido presidente, aplicó sus ideas intervencionistas. Acordó con las grandes corporaciones mantener salarios altos. En una depresión, esta es una receta infalible para el desempleo. En 1929 dedicó el 13% del presupuesto a obras públicas. Como el dinero había salido de manos privadas, la inversión privada se redujo. En 1932 firmó la Emergency and Relief Construction Act, que dedicó 2.3 billones adicionales a obras públicas. Para 1931 Hoover había creado un déficit de 2 billones, que trató de paliar con el mayor aumento de impuestos de la historia, mediante la calamitosa Revenue Act de 1932. Esto en un momento que requería reducción de impuestos.
En el sector agrícola Hoover creó carteles para reducir la producción y aumentar los precios, exactamente lo contrario de lo que se necesitaba. Los agricultores recibieron pagos para no cultivar. Eventualmente el gobierno llegó a comprar cualquier “exceso” de producción. Todos los principales productos agrícolas tenían cuotas máximas de producción.
En 1930 Hoover firmó la ley Smoot-Hawley, que aumentó los aranceles de unos 800 productos hasta un promedio de 59%. El comercio mundial se redujo drásticamente y la depresión empeoró. El comercio de los 75 países más activos se redujo en un 83%. Las exportaciones de los EU se redujeron en 1932 un 53% respecto a las de 1929.
La intervención del gobierno en los mercados de capital reduce o bloquea la reasignación de capital que se da en una economía dinámica. Hoover intervino en este sector creando la Reconstruction Finance Corporation (RFC). Capitalizada en 1931 con 500 millones, existió hasta mediados de los 1950s. Su objetivo era subsidiar a los negocios fracasados con crédito barato. El programa introdujo la ineficiencia en los mercados de capital. Lo que se necesitaba era la liquidación de las empresas no rentables para que sus recursos fueran mejor utilizados por otros. Para colmo, los préstamos de la RFC se politizaron como era de esperar.
En 1913 se creó el Banco de la Reserva Federal. Mientras que el nivel de precios se mantuvo constante entre 1789 y 1913, se ha multiplicado por quince desde 1913.
La expansión del crédito bancario es lo que causa los ciclos de boom y recesión en una economía, como lo explicó inicialmente Ludwig von Mises. Entre 1921 y 1929 la oferta monetaria aumentó un 62%. Incluso el Fed manifestó que su objetivo era ofrecer crédito barato para la industria norteamericana. Este crédito estimula inicialmente la economía, pero lleva en sí mismo las semillas de la depresión.
Hoover hizo mal todo lo que podía hacerse y convirtió la recesión en la Gran Depresión. Su sucesor, FDR, todavía empeoró las cosas, lo que no fue pequeña hazaña.
(Thomas DiLorenzo, How capitalism saved America, Pag. 156-178)