January 14, 2010

 

No es la riqueza de pocos, sino la pobreza de muchos


Algunos piensan que la acumulación de ingresos y riquezas en manos de pocos es la madre de los males sociales. ¿Será cierto? ¿Acaso en un equipo de fútbol lo bien que juegan unos cuantos es perjudicial para el equipo? Pensar que todos los integrantes de un equipo o comunidad puedan ser extraordinarios en lo que hacen es utópico. Si un equipo estuviese constituido por dioses, por supuesto que sería el mejor, pero el gran reto de este mundo es hacer cosas extraordinarias con gente ordinaria.

Es menester diferenciar entre ingresos y riquezas mal habidos y bien habidos. El problema existe cuando el sistema político es tan corrupto y disfuncional que se promueven y facilitan las riquezas mal habidas, y esa es nuestra realidad. No hay más que fijarse en nuestro inmenso sector informal para percatarnos de que algo favorece esa situación; se llama pobreza por decreto.

Los sistemas políticos se corrompen cuando los ciudadanos no entienden cuál es el verdadero rol del gobierno. Analógicamente vemos que un vaso de cristal no sirve como martillo y un gobierno no está para la mayoría de las tareas que le hemos delegado. Nuestros gobernantes, a través del tiempo, se han adjudicado funciones que no son propias de una entidad gubernamental. A esto se le conoce como corrupción institucionalizada; es decir, cuando las instituciones de gobierno no tienen el menor chance de lograr buenos cometidos porque parten de premisas descarriadas.

Por ejemplo, Martín Torrijos, en su discurso inaugural dijo que iba a eliminar la pobreza, denotando así su inmensa ignorancia de la tarea que le había sido encargada. No lo elegimos para eliminar la pobreza, sino la corrupción. Los ciudadanos son capaces de salir de la pobreza por cuenta propia, una vez que se les quita de encima el abrumador fardo de la corrupción institucionalizada.

Si para personas nacidas en cuna de oro no es fácil triunfar en los negocios, y de ello abundan los ejemplos, ¿qué será para los nacidos en desventaja, que no sólo tienen que superar las barreras de su situación social y cultural, sino también las casi infranqueables barreras impuestas por el Estado?

Los servicios públicos juegan un rol de desarrollo social siempre que dichos servicios sean propios de la función centralizada estatal; y a decir verdad, son pocos o inexistentes los que no puedan ser desempeñados por la misma población. Son los pueblos estropeados por la ineficiencia del gobierno, que de tanto abarcar, ya no aprieta nada, los que se vuelven dependientes de las migajas que derraman sus políticos de la mesa del banquete provisto con el erario público. Y, tristemente, demasiados son los políticos corruptos que, de forma consciente o no, se constituyen en defensores del status quo.

La riqueza bien habida debe ser un ejemplo y no un estigma y nada de bueno saldrá de ir por allí maldiciendo lo exitoso y ensalzando fracasos.

(Artículo de John Bennett, de la Fundación Libertad de Panamá, publicado en el diario La Prensa)

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