March 10, 2010

 

El argumento de autoridad en economía


Uno de mis ex -profesores de economía, que aparece frecuentemente en los medios de comunicación, tiene la costumbre de citar a Stiglitz, añadiendo que es Premio Nóbel de economía. Lo que me fastidia no es que cite a Stiglitz, sino que presente sus tesis y no sus argumentos. Además, que trate de impresionar con el Premio Nóbel, como si este fuese algún tipo de garantía. Curiosamente, unos días atrás citó a Gary Becker pero se le olvidó que también tenía el Nóbel.

El problema del Nóbel de economía es que se concede por investigaciones específicas del premiado. Esto significa que alguien puede tener aportaciones en un campo específico y ser mediocre en otros campos de la economía. Pero la mayoría de la gente no lo sabe y suele suponer que un Nóbel es superior a otros economistas en cualquier tema económico.

Hace unos meses se dio en México un episodio bastante cómico. Stiglitz hizo unas declaraciones sobre la economía mexicana que demostraban un conocimiento bastante imperfecto sobre ella. Varios economistas mexicanos le refutaron. Sin embargo, en un blog que trataba el tema, un gran porcentaje de los comentarios eran una variación del razonamiento siguiente : ¿Cómo pretenden A y B tener razón frente a un Nóbel como Stiglitz?

Recuerdo que a finales de la década de 1980 Krugman escribió un largo artículo en Harvard Business Review. Allí defendía la tesis de que EU debía copiar el modelo japonés, según el cual el ministerio de industria seleccionaba los sectores de la economía que el Estado debía potenciar. Según él, el desarrollo japonés era ordenado y el norteamericano desordenado. A los pocos meses Japón entró en una recesión de la que todavía no ha salido.

Y ya que hablo de Krugman, no puedo pasar por alto sus artículos semanales en el New York Times. Los artículos tienen un trasfondo político que echa a perder cualquier valor económico que pudieran tener. Las quejas han sido tantas que el defensor del lector del NYT tuvo que aceptar que Krugman tiene la costumbre de citar selectivamente, de utilizar los datos que favorecen sus tesis y de ignorar a sabiendas los datos que las contradicen.

Sobre Paul Samuelson y algunas de sus “perlas” escribí en este blog hace algún tiempo.

La próxima vez que alguien pretenda arroparse en la autoridad de algún Nóbel, habrá que formular la pregunta : ¿Cuáles son sus argumentos?

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