March 07, 2010
Oriana Fallaci se entrevista a sí misma (2)
· No hay alternativa a la democracia. Si se renuncia a ella, la libertad se va a hacer puñetas y como mínimo nos encontraríamos en un gulag o en una fosa común. Pero sabemos perfectamente que la democracia hace aguas por todas partes. Según Tocqueville, los conceptos sobre los que se basa la democracia son dos : igualdad y libertad. Pero los seres humanos aman la igualdad mucho más que la libertad, y a menudo la libertad les importa un comino. Cuesta demasiados sacrificios, y además ¿no es verdad que se puede ser iguales en estado de esclavitud? Y por si esto fuera poco, fingen no entender el concepto de igualdad, que en la democracia significa igualdad jurídica, no la del valor y del mérito. Ese tipo de igualdad no existe. El problema es que la democracia ayuda a los ignorantes y a los presuntuosos a negar esta verdad. Les ayuda con el voto que se cuenta pero no se pesa. Resultado: cualquier cerdo o cualquier incapaz puede presentarse como candidato y ser elegido.
· El error principal de Berlusconi es que, considerándose un genio capaz de resolverlo todo por sí solo, se rodea casi siempre de personas que no valen nada. También Napoleón era un presuntuoso. Sin embargo, elegía siempre lo mejor de lo mejor. Los mejores generales, diplomáticos, juristas, científicos, arquitectos, artistas, consejeros.
· Creía en Europa cuando todavía no era Eurabia. No en vano crecí en los principios del federalismo europeo. Las naciones no pueden abolir su propia lengua, su propio pasado, su propio orgullo, sus propias leyes y costumbres para convertirse en ladrillos de una super-nación. Europa no durará. Antes o después se hundirá.
· La ONU es la suma de todas las hipocresías, la concentración de todas las falsedades. Es una mafia de subdesarrollados y de estafadores que se burlan de nosotros. Basta pensar que a los hijos de Alá les ha permitido no firmar la Carta de los Derechos Humanos y sustituirla por la “Carta de los Derechos Humanos en el Islam”, es decir, por el elenco de horrores autorizados o predicados por el Corán.
· ¿Ha movido un dedo la ONU por cerrar los gulag y defender a las víctimas de Stalin? ¿O para frenar la dictadura de Mao, o condenar la destrucción de los milenarios templos de Lhasa, los asesinatos de monjes budistas y de los campesinos del Tibet? ¿Acaso detuvo el genocidio de Pol Pot en Camboya? ¿Acaso hizo algo contra el caníbal Bokassa? ¿Ha denunciado al régimen esclavista del ultraislámico Sudán?
· La ONU nunca se ha pronunciado claramente contra los secuestros y asesinatos realizados por terroristas islámicos. Y eso sin contar los trece funcionarios de la ONU que en los últimos cuatro años fueron detenidos por las autoridades israelíes como cómplices de Hamas. O la ambulancia de la ONU que llevaba lanzamisiles Qassam. O el caso del danés Peter Hansen, que admitió que pagaba a los secuaces de Hamas. ¿Tengo que volver a recordar todo esto?
· Arafat, ese títere de ojos acuosos y alma negra. Ese ignorante chocho, déspota ávido y corrupto. Ese manirroto que mantiene a su pueblo en la mierda, y que para albergar a su rubia mujeruca en Paris se gasta dieciséis mil dólares al día. Pardiez, era un muerto de hambre cuando lo conocí a comienzo de los años setenta en Jordania. Ahora está en la lista de Forbes y tiene un patrimonio de doscientos millones de dólares.
· La revolución no es la guillotina. No es la toma del palacio de invierno de San Petersburgo. No es la brutal subversión que destruye y luego recoge las ruinas, las arregla y todo vuelve a ser como antes. Napoleón en vez de Luis XVI, Stalin en vez del Zar, Jomeini en el puesto del Sha, Bin Laden en el puesto del Papa.
La revolución es paciencia, racionalidad. Es la metamorfosis del gusano que, sin hacer daño a nadie, se convierte en mariposa.
(Oriana Fallaci, 2005 Pag. 65-174)