March 14, 2010
Oriana Fallaci se entrevista a sí misma (3)
· Me gusta la vejez. Son tontos los que la rechazan, se hacen liftings y mienten sobre su edad. Tontos e ingratos. Liberada de inútiles deseos, de superfluas ambiciones, de erradas quimeras, me siento libre como nunca lo he sido, con una libertad completa, absoluta.
· El 11-S me ha robado a mi misma. Me pega a la tragedia que estamos viviendo. El Islam ávido, rastrero. Su hambre y sed de sojuzgar. Su culto a la muerte, su doblez y deslealtad. Occidente ciego, sordo, chocho. Su cáncer moral e intelectual, su debilidad, timidez, masoquismo. Mi deber de decir lo que la gente piensa pero no dice.
· Recuerdo a los niños iraníes que en los años 80, en la frontera con Irak, los jomeinistas mandaban a los campos minados para que saltando por los aires abrieran camino a las tropas. Los mulás los azuzaban agitando una espada de latón y la llave de cartón del paraíso.
· Cuando hablan de terrorismo, nunca añaden la palabra “islámico”. A lo sumo dicen “internacional”. Como si existiese también un terrorismo cristiano o budista, chino, esquimal o sueco. ¿Les ha escuchado alguna vez asociar “palestino” con “musulmán”? Durante la tragedia de Beslan, nuestros periódicos hicieron cabriolas para no subrayar que los verdugos de Beslan eran todos hijos de Alá.
· El saudita Abdel Rahman al-Rashed escribió : “No todos los musulmanes son terroristas, pero todos los terroristas son musulmanes. ¿No nos dice esto nada sobre nosotros mismos y nuestra sociedad? Estamos enfermos con una enfermedad muy seria y tendríamos que curarla. Pero para ello hay que diagnosticarla y admitir que se tiene. Y nadie lo admite. No podemos limpiar nuestro nombre si no admitimos que el terrorismo se ha convertido en una indignidad islámica, en nuestro monopolio exclusivo.”
· Inútil agarrarse a un clavo ardiendo: el Corán no es lo que muchos quisieran que fuera. Es lo que es. Y los fundamentalistas no son su rostro degenerado. Un buen musulmán no puede ser moderado. No puede aceptar el estado de derecho, la libertad, la democracia, nuestra constitución y nuestras leyes. El Islam moderado no existe.
· Hay musulmanes moderados. Pero son una minoría exigua. Nueve de cada diez están en el cementerio o en la cárcel. En sus países no cuentan, los que están entre nosotros viven en el limbo de los exiliados. Tienen miedo a poner en peligro a los familiares que quedaron en su patria o a ser asesinados por cualquier sicario.
· Estados Unidos es todavía el baluarte de la libertad, pero se agita en los mismos problemas que nosotros. Piense en el radicalismo absoluto y dogmático de su inteligentsia. En sus universidades invadidas por quienes apoyan el Islam. En sus grandes periódicos que apoyan la corrección política. En las editoriales medrosas y conformistas que hacen juego al pluriculturalismo de sentido único. El cáncer moral e intelectual que devora a Occidente también existe allí.
· Cuando murió Arafat, cierta Italia se abandonó a los lloriqueos. Ni que hubiera muerto Garibaldi. Había muerto un terrorista, un hombre que había sembrado sólo maldades. Que a causa de su mezquindad había dejado escapar todas las ocasiones para dar un futuro a su pueblo. Un hombre que había mantenido a su pueblo en la pobreza, ignorancia, corrupción, en la mierda. Y que a sí mismo se había dado ríos de dinero.
· En 1972, cuando lo entrevisté en Amman, su avidez me indignó tanto que le pregunté en privado a Faruk el Kaddoumi : “¿Por qué lo mantenéis, por qué lo soportaís?” Y Faruk, un hombre muy inteligente, me respondió : “Porque el dinero lo tiene él.”
( Oriana Fallaci, 2005, Pag. 176-299 )