March 31, 2010

 

Yo regalo, tú pagas


El deporte favorito de los gobiernos panameños en los últimos veinte años ha sido el de la “reforma tributaria”. Cinco gobiernos, cinco reformas. En todos los casos, los objetivos declarados han sido dos.

Primero, simplificar el sistema. Segundo, hacerlo más justo, sea lo que sea que esto signifique. Curiosamente, y supongo que por pura coincidencia, cada “reforma” ha aumentado la recaudación en unos cuantos cientos de millones de dólares anuales. Recordemos que el presupuesto actual de Panamá anda por los once mil millones de dólares, para una población de 3.2 millones.

Cada vez más, los aumentos de impuestos se han dedicado a subsidios directos para diferentes grupos de la población. El gobierno pasado llevó los subsidios a unos 700 millones anuales. Entre ellos tenemos el del gas de cocina, electricidad, transporte, tasa de hipotecas, préstamos agropecuarios y otros. Por ejemplo, el subsidio al gas de cocina puede significar hasta un 80% del precio de mercado. En cuanto a las hipotecas, uno puede llegar a obtener una hipoteca sin intereses.

El gobierno actual parece dispuesto a batir todos los récords. En ocho meses de gobierno ya ha establecido varios nuevos. Uno es el de cien dólares mensuales para personas de más de 70 años que no tengan pensión de jubilación. Otro, la beca universal de 20 dólares mensuales por estudiante en educación básica y bachillerato. El tercero es la conexión inalámbrica gratuita a Internet en lugares establecidos. Entre los tres, se añaden unos 300 millones anuales más; así que ya vamos por mil millones y seguro vendrán unos cuantos más.

Los problemas con los subsidios son numerosos. Primero, aunque muchos se establecen con carácter temporal, siempre acaban siendo permanentes. Segundo, muchos de ellos favorecen más a la clase media que a los más necesitados. Por ejemplo, el de las tasas de las hipotecas y la conexión a Internet. Tercero, al ser subsidios específicos son discriminatorios. Por ejemplo, supongamos dos familias con la misma situación económica. Si una compra vivienda y la otra alquila, la primera recibe un subsidio importante y la segunda nada. Cuarto, van creando una mentalidad de dependencia que tiene consecuencias desastrosas a largo plazo. Y quinto, la competencia política termina centrándose en quién promete más.

Tarde o temprano quedará en evidencia que los impuestos no pueden subir indefinidamente y algún gobernante tendrá que comenzar a eliminar subsidios insostenibles.

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