April 18, 2010
Welfare State: Los tres problemas
1. Desempleo
Entre 1855 y 1920 sólo hubo dos años en que el desempleo fue tan alto como en cada año entre 1921 y 1938. Aunque la economía creció cada año entre 1932 y 1938, el desempleo no bajó de 9.5%.
En 1931, el beneficio por desempleo superaba la mitad del promedio de los salarios. Quienes tenían salarios por debajo del promedio recibían entre el 80% y el 100% de su salario por no trabajar.
En 1946 la tasa de desempleo era de 2.5% y se mantuvo fluctuando hasta 1966. Luego fue creciendo constantemente hasta inicios de los años 80. En la medida en que subían los beneficios por desempleo, así mismo crecía este, aunque con cierto retraso. En 1982 el desempleo llegó al 13%.
2. Fraude
En 1977, la Benefits Agency llevó a cabo un experimento. Seleccionó cuatro mil personas que reclamaban beneficios. Cada uno fue entrevistado a fondo. Incluso este procedimiento no podía garantizar que se detectasen todos los casos de fraude. Pero en todo caso los resultados fueron impactantes. Entre los jubilados el fraude era de 5%. Entre los inválidos casi un 12%. Entre los desempleados un 23%. Y entre los padres solos un 27%. Este informe mostró que el fraude es extraordinariamente común. Es rutinario y normal.
3. Beneficios condicionados
Los “means-tested benefits” se han convertido en dominantes con el paso del tiempo. A menudo los gobiernos los prefieren porque tienen la ventaja aparente de poner el dinero donde más se necesita. El problema es que envían tres mensajes incorrectos : 1) No ahorres 2) No obtengas ingresos 3) No digas la verdad.
Por ejemplo, algunos beneficios sólo se dan a quienes tienen menos de tres mil libras de ahorros. En 1944, una pareja con dos niños que ganaban 120 libras por trabajar 16 horas semanales llevaba a casa un ingreso neto de 188 libras incluyendo beneficios. Pero si trabajaba 28 horas sólo aumentaba su ingreso neto en 2 libras. Y en cuanto a la mentira, a menudo representa la diferencia entre recibir o no recibir beneficios.
A medida que ha pasado el tiempo, los cargos contra el welfare state resultan cada vez más claros. El desempleo masivo ha sido una característica permanente, mientras que anteriormente había sido cíclico y mucho más bajo.
Las personas de menores ingresos han caído en la trampa de los beneficios. Estos desincentivan el ahorro y el gasto prudente. Además, los hacen perder su autoestima, la que proviene de ser capaz de sostenerse a sí mismo. Mientras las generaciones anteriores pensaban en su obligación y su honor, ellos piensan en sus “derechos”. Están tan acostumbrados a mentir que no consideran la mentira en términos morales. No tienen la experiencia civilizadora de ser miembros de una sociedad de ayuda mutua. Su ingreso depende de lo que quiera darles el gobierno. El proceso causa alienación, depresión e incivilidad.
Los modernos gobiernos británicos no han aprendido nada de la historia de su propio welfare. En los años 20 y 30, en los 60 y 70, y en la actual década, han competido ciegamente en complacer a los votantes dando dinero a los pobres sin discriminación ni inteligencia.
Hubiera sido mejor si el moderno welfare, iniciado por Lloyd George y Churchill, y prontamente corrompido, no hubiera existido. Gran Bretaña sería un mejor lugar con mejor gente. Seguro que habría menos pobres, tanto en sentido material como espiritual.
( James Bartholomew, The welfare state we’re in, 2004, pag. 60-85 )